Nadie pensaba que estuvieran vivos. Ni ellos mismos lo creían cuando llevaban meses junto a los restos de su avión estrellado. Sin embargo, no perdían la esperanza. Así que tres de los supervivientes, Nando Parrado, Roberto Canessa y Antonio Vizintín, fueron en busca de ayuda.
Antonio tuvo que volver, tras caer y lesionarse. Diez días con unos 55 Km. tardaron en encontrar ayuda. Y ésta llego en Chile y fue proporcionada por el arriero Sergio Catalán. Cómo estaban al otro lado de un río, el arriero no los entiende, por lo que éste les lanza unas hojas y una piedra para saber que querían aquellos hombres. A duras penas, Nando escribe:
"Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo. Hace 10 días que estamos caminando. Tengo un amigo herido arriba. En el avión quedan 14 personas heridas. Tenemos que salir rápido de aquí y no sabemos cómo. No tenemos comida. Estamos débiles. ¿Cuándo nos van a buscar arriba? Por favor, no podemos ni caminar. ¿Dónde estamos?"
Entendiendo el mensaje, Catalán se pone en marcha y avisa a un reten de la zona, que les proporciona cobijo y alimento. Es entonces cuando se pone en marcha la maquinaria para rescatar al resto de supervivientes. Nadie se podía creer el calvario que habían tenido que soportar.
Ellos eran integrantes del equipo de rugby uruguayo Old Christians, formado por alumnos del colegio uruguayo Stella Maris, y sería el 13 de Octubre de 1972 cuando se estrellaron en los Andes. Como supervivientes sólo quedarían 16, falleciendo 29. Hay que decir que muchos morirían durante esos tres largos meses por las heridas o por el frío. La historia no tenía desperdicio y de ella se hizo un libro y una película.
Sin embargo, esta increíble historia no estuvo exenta de polémica. Tras unas fotos de varios periódicos en las que se veían restos humanos cerca del fuselaje, decidieron dar una rueda de prensa en la que admitieron haber tenido que recurrir a la antropofagia con los muertos para sobrevivir y que sí no lo habían dicho, era por miedo a las reacciones de una parte de la sociedad que efectivamente condeno tal hecho.
Sin embargo, serían los propios familiares de los fallecidos los que los apoyaron en todo momento:
El equipo de rugby |
"Ellos [los familiares] dijeron que menos mal que había 45 para que podamos tener 16 hijos de vuelta. Nos quieren como hijos. Supongo que en su yo más íntimo cuando nos ven piensan por qué sobrevivimos nosotros y no sus hijos. Es un sentimiento humano lógico"
Lo cierto es que nunca se ha olvidado tal tragedia y, de hecho, todos los veranos cientos de personas de todas partes del mundo visitan
el lugar como una forma de rendir homenaje a las víctimas y
sobrevivientes, e intentar comprender in situ la magnitud de tal proeza, que sería conocida como el milagro de los Andes.
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