Lo ocurrido estos días en Túnez pone una vez más de manifiesto que el terrorismo musulmán es una amenaza más que evidente no sólo para las Democracias, sino para la propia raza humana. La amenaza es una evidencia, pero antes que nada cabría preguntarse ¿Podemos hacer algo contra esos miserables?
Triste camino de una sociedad ante unos individuos que no temen morir y que están dispuesto a llegar hasta las ultimas consecuencias. Desde occidente sólo nos hemos preocupado cuando el problema nos ha involucrado de forma más o menos directa, sin embargo, no nos engañemos, no se ha hecho absolutamente nada para acabar con unos miserables que, denominados como estado islámico, han arrasado pueblos enteros y han ejecutado a personas por el hecho de ser Cristianos.
Sólo puede quedarnos tres cosas con el que combatir el terrorismo islámico: primero, la educación que evite el adoctrinamiento de personas, generalmente jóvenes muy influenciables por las redes sociales, segundo, el que los musulmanes no radicales hagan ver a los radicales el error de su conducta y tercero, el conflicto armado. La lucha militar es algo que por lo general no me gusta, pero a día de hoy es la única posibilidad para evitar más muertes y más atentados. Lo principal para realizar estos tres puntos es que occidente se tome de una vez en serio un problema tan serio y complicado como este.
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