Antes que nada, decir que las famosas comisiones de investigación no sirven absolutamente para nada. Bueno, para algo si: para ver como los políticos de uno y otro lado se echan basura entre ellos, diciéndose para sí mismos y para los ciudadanos (a los que creen idiotas) lo malo que es el otro. Las conclusiones siempre coincidirán con los intereses del partido más votado o, en su defecto, la coalición de partidos que, en muchos casos, vilmente se unió para obtener el poder (como en Andalucia y tantos otros sitios).
A mi lo que me vale no son esas comisiones que sólo sirven para tirarse los trastos a la cabeza. No me vale que señores (lo de señor en un decir) como Pujol se pase por una comisión para después responder de malos modos y decirnos sin avergonzarse que él es una persona muy honrada (¡Hay que fastidiarse!). A mi me vale lo que diga la Justicia. Que dimita el político involucrado en una supuesta corruptela, esta bien. Pero ya basta de comisiones de investigación, que sólo sirven para demostrar que algunos políticos se creen que somos imbéciles y, por supuesto, cobrando (No se vayan a creer que eso lo van a hacer gratis).
La política tiene que mantenerse al margen de cualquier investigación en curso y me importa bien poco que la persona acusada o imputada sea de derechas, izquierdas, nacionalista, centro o mediopensionista. En Democracia a una persona no se la investiga por su ideología (a diferencia de otros regímenes), sino por sus actos deleznables. Así que más vale que los políticos sean de la ideología que sean dejen de hablar mucho de lo malos que son los otros y de los buenos que son los suyos y se pongan a trabajar porque todo aquel que se lo lleve calentito acabe entre rejas y dejar trabajar a la Justicia.
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