No era la primera mujer que a lo largo de la historia de una disciplina determinada destacaba por sus grandes capacidades intelectuales. Sin embargo, Marie Curie sería la primera mujer en no sólo destacar en un campo, sino en ser reconocida por una sociedad históricamente machista y que hasta hace poco relegaba a la mujer por el simple hecho de ser mujer.
Marie Skłodowska nació en Varsovia, actual Polonia, que por aquel entonces pertenecía al Imperio Ruso. Junto con su marido el físico Pierre Curie, haría los primeros descubrimientos en torno a la radioactividad, algo que es importante a la hora de descubrir patologías internas como los huesos rotos. Estamos hablando de los famosos rayos-X.
Pierre y Marie: un matrimonio compenetrado |
Ambos ganaron el Premio Nobel de Física, aunque para desgracia de Marie, el hecho de compartirlo con su marido hizo que muchos le quitaran importancia a tal logro para con ella. Sin embargo, aparte de ser la primera mujer en recibir el premio en esta categoría, es, hasta la fecha, la segunda mujer en haber recibido este galardón. La otra mujer en recibirlo sería Maria Goeppert-Mayer en 1963. De hecho la categoría de física es, hasta este momento, en la que menos mujeres han sido premiadas.
Pierre falleció en 1906 (tres años después del Nobel), tras ser atropellado por un coche de caballos, sin embargo, las investigaciones de su mujer no terminaron con su muerte, sino que siguieron avanzando. En 1910 demostró que se podía obtener un gramo de radio puro, así como polonio, lo que le valdría recibir al año siguiente el Premio Nobel de Química. De hecho, hasta la fecha, sólo tres personas han recibido dos veces el Nobel aparte de ella: Linus Pauling, John Bardeen y Frederick Sanger.
Marie y su hija Irène |
No obstante, las investigaciones de Curie no debían ser utilizadas para la teoría, sino para la practica. Durante la Gran Guerra, Curie propuso el uso de la radiografía móvil para el tratamiento de soldados heridos. Su hija Irène, con 18 años de edad, empieza a ayudarla. En 1921 visitó los Estados Unidos,
donde fue recibida triunfalmente.
Tanto trabajar con radio y productos químicos sin ninguna seguridad hizo que su salud se resintiera hasta que le llego la muerte en 1934 con 66 años. Una mujer pionera que posibilito gracias a la radiactividad la oportunidad de tratar las heridas internas con muchisima más rapidez que anteriormente. Una mujer formidable. Por cierto: su hija Irène, que tanto la había ayudado en sus investigaciones, acabo ganando el Premio Nobel de Química junto a su marido Fréderic un año después del fallecimiento de su madre. Como se suele decir: de tal palo tal astilla.
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