Es evidente que muchos escritores utilizan sus experiencias para contarnos algunas de sus historias. Así se puede alcanzar un grado mayor de cierto realismo. Pero ¿Qué dirían sí les dijera que uno de los investigadores más conocidos de la literatura se baso en una persona concreta?
Si señores, el reconocido Sherlock Holmes, uno de los más reputados personajes literarios, se baso en alguien real. Y ese fue el profesor y médico escoces Joseph Bell. Éste era un hombre lleno de vitalidad y energía que daba clases en la Universidad de Edimburgo. ¿Adivinan quien fue uno de sus alumnos?
Ni más ni menos que Arthur Conan Doyle, que por aquel entonces no era más que un chico que soñaba con ser alguien importante y que tuvo un gran contacto con su profesor, llegando a trabar una gran amistad más allá de las aulas. El caso es que Bell, un gran analista de indicios en torno al asesinato de una persona, fue requerido en más de una ocasión por la policía para resolver sus crímenes.
Bell estudiaba con precisión aspectos como el modo de caminar, el acento, las
manos y la vestimenta de una persona y con esta información podía
llegar a determinar muchas cosas. Sus alumnos y hasta sus propios pacientes se quedaban sorprendidos de las deducciones a las que llegaba. Bell es considerado el precusor de la medicina forense.
Holmes y Watson |
La primera historia de Holmes sería "Estudio en Escarlata", que apareció en una publicación el año 1887 y ya desde el primer momento obtuvo gran notoriedad. Bell era consiente, sin haberlo consultado antes, de que el famoso detective se basaba en él. Siempre mantuvo gran interés por su "alter ego" hasta el punto de que uno de los prólogos de una de sus historias, fue realizado por el mismo.
Antes de que acabará el Siglo XIX, Conan Doyle "mato" literariamente a su personaje en una lucha que tuvo con Moriarty. El caso es que, ante el clamor popular por tal "muerte", el escritor resucitó a su personaje con otras nuevas y atrayentes historias. El caso es que en 1911 y casi sin hacer ruido, salvo para sus familiares y amigos intimos, fallecía Joseph Bell. Nadie clamo al cielo por una perdida tan grande. Y es que ese año de 1911 nadie de los que se quejaron en su momento de la muerte del detective literario se enteraron, ni lloraron por el fallecimiento del auténtico Sherlock Holmes.
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