Los musulmanes, esa religión de conquista bajo la bandera de la media luna, se había hecho con casi toda la Península Ibérica. Sólo los astures parecían resistir al invasor y la idea de los seguidores del Profeta Mahoma era hacerse con el norte, comenzando con Francia, para así conquistar el viejo continente. El avance parecía inevitable... hasta que se encontraron con el ejército de Carlos Martel.
Carlos era el hijo ilegítimo de Pipino de Heristal (conocido como "el Joven" o Pipino II) y de su concubina Alpaïde de Bruyères, era un gran estratega militar, que llegó a ser mayordomo de Palacio y, aunque nunca llego a ser Rey, él inició una dinastia de Reyes francos que conocemos como Dinastia Carolingia.
Carlos Martel |
Carlos fue uno de los muchos que se preocuparon del avance musulmán y es por eso que vino a poner coto a unos hombres, cuya inmoralidad rayaba en lo grotesco. Los islámicos aprovechaban las razias (ataques por sorpresa contra asentamientos enemigos) para realizar todo tipo de atrocidades, desde decapitaciones, violaciones o robos y todo porque "Alá lo quiere".
A todas estas, los musulmanes comandados por al-Gafiqi, llegaron a Tours donde desde Poitiers los esperaba Carlos Martel y su ejército. La batalla de Potiers fue una carniceria que, según los cristianos duró un día, mientras los musulmanes nos dice que su duración fue de dos días. Los dos ejércitos, tras una serie de escaramuzas islámicas y una posición defensiva por parte de los cristianos, pasaron a la acción y fue tal la furia franca que pasaron por encima a los musulmanes que no tuvieron más remedio que huir, dejando solo a su lider al-Gafiqi, que tras ser rodeado, acabo siendo asesinado.
Al día siguiente,
cuando los musulmanes no regresaron, los francos temieron
una emboscada, pero, tras un reconocimiento exhaustivo del campamento
musulmán, se descubrió que los
musulmanes se habían retirado durante la noche.
La importancia de esta batalla fue tanto interna (para los francos) como externa (para Europa). En el caso de los francos, Carlos alcanzó la fama como gran militar, ganándose el apodo de Martel (que significa martillo) y le dio alas a sus tropas para rechazar a los musulmanes en los años siguientes, derrotándolos en la batalla cerca del río Berre y en Narbona.
Por otra parte, esto hizo que los musulmanes no avanzaran por Europa, evitando que el Cristianismo fuera pisoteado y así mantener las costumbres arraigadas en Europa. Su último reducto sería Al-Ándalus, que acabarían perdiendo de forma progresiva a través de los siglos en un periodo histórico al que se denominó Reconquista, pero esa es otra larga historia.
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