Se ha consumado lo que ya sabíamos. El matonismo propio del nacionalismo se ha hecho presente con el intento de amedrantamiento por parte de personas, políticos o no, que se atreven a dar lecciones de Democracia.
España es un país curioso. Hemos permitido radicalismos de todos los signos y que personajes que no dudarían en cargarse el Estado sean representantes públicos. Personas que hacen homenajes a golpistas y que hacen lo peor que puede hacer un gobernante: dividir a la sociedad.
Ahora mismo hay "Dos Cataluñas", mal que nos pese, por culpa de unos indeseables que han utilizado el dinero público para sus propios finés; sus aires de grandeza. Ese señor (el pequeño Pujol diría el tipo de la coleta) se esta haciendo el mártir cuando es un tipo bastante absurdo e insignificante, que hasta antes de ayer despreciaba el nacionalismo, asociandolo a un pasado más bien lejano. Ese señor, que entró en el Tribunal, tras saludar brazo en alto a sus partidarios (esto me recuerda a algo) representa al cáncer del nacionalismo; una enfermedad, incompatible con la Democracia, a la que hay que extirpar sin vacilaciones y equidistancias.
España es un país demasiado grande como para que tipejos siniestros vayan a amedrentar a las personas cuando son ellos los que no respetan las leyes democráticas.
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