martes, 13 de octubre de 2015

Maravillado con Gene Tierney

A mi me pasaría como a Dana Andrews frente al retrato de Laura, que no dejaría de mirarlo una y otra vez. Precisamente esta es la película por la que Gene Tierney alcanzo gran fama... y no es para menos. Desde ese momento Gene Tierney, la joven y preciosa Laura, les robó el corazón a muchos. 


Antes de esta película (dirigida magistralmente por Otto Preminger), Gene Tierney ya había rodado varías películas en las que curiosamente muchos de ellos eran de directores de origen germanohablante como Fritz Lang, Josef von Sternberg o Ernst Lubitsch. Precisamente con este último rodaría uno de sus grandes papeles como el objeto de deseo y después esposa del personaje interpretado por Don Ameche en "El Diablo dijo No". 


Su carrera estaría muy vinculada a Vincent Price con títulos como la mencionada "Laura", "El Castillo de Dragonwyck" o "Que el Cielo la Juzgue". En esta última rodaría uno de sus pocos papeles de mala en la que una Gene Tierney celosa es capaz de hacer todo por estar con su marido hasta el punto de matar a todos los que los rodean. Gene Tierney fue nominada al Oscar por esta grandiosa interpretación, aunque fue superada por otra grande como Joan Crawford. 


La pantalla la quería no sólo por su incuestionable belleza, sino por unas grandes interpretaciones, que la hicieron rodar alguna que otra comedia, pero mucho drama. Ya en los 50 su estrella empezó desgraciadamente a caer frente a otras figuras emergentes, pero aún así llegó a rodar grandes obras entre las que se encuentra "Tempestad sobre Washington" (de Otto Preminger con Henry Fonda y Walter Pidgeon) en la que dejo claro que en cuanto a gran capacidad interpretativa y belleza, la que tuvo retuvo. 


Gene Tierney dedicó sus esfuerzos a instituciones de beneficencia, en especial a aquellas que trataban la discapacidad intelectual infantil y es que tuvo una hija con dicha enfermedad, sordo-muda y ciega, algo que la sumió en una tremenda depresión. La enfermedad de su hija se debió a cuando en 1943 fue a animar a las tropas (Los Estados Unidos acababa de entrar en la guerra) y en medio del gentío fan,  que se había saltado una cuarentena por rubeola, la besó, contagiandole la enfermedad, afectándole al feto. Sería en 1991, contando con sólo 70 años de edad, cuando se iba una de las grandes actrices de la época dorada de Hollywood; aquella de la que el productor Darryl F. Zanuck llegó a decir que es "incuestionablemente la mujer más bella de la historia del cine".

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