sábado, 25 de mayo de 2013

¿Es que alguna vez dejo la política?

Resulta llamativo ver como en un medio tan plural (notese mi sarcasmo) como "El País" aparezca un juez que ha sido condenado por prevaricación, un tal Baltasar Garzon (digo el nombre por si no lo conocen) y diga que quiera formar parte de la vida política del país. Y yo me pregunto, ¿Es que alguna vez Baltasar Garzón Real dejo la política?
Toda su actuación judicial (si se puede llamar justicia a lo que el hacía) se ha basado en un interés político claro. Cuando Felipe González no lo nombro Ministro de Justicia, siendo uno de los candidatos más claros a ello, volvió a la Audiencia Nacional (algo que no se debería haber permitido) sólo con el empeño de llevar a la cárcel por el Caso GAL a aquellos que no le habían dado el cargo que tanto ansiaba. Mucho de sus errores judiciales y sus continuas meteduras de pata posibilitaron que gente tan culpable como González saliera de rositas. Igualmente se metio donde no lo llamaban con Pinochet y la dictadura argentina. Como no había suficientes casos atrasados, encima decidió meterse en más fregados.

 
Paso igual con el caso del franquismo (se acuerdan de la "Ley de Memoría Histórica"), llegando a pedir el acta de defunción de Franco. Se ve que era (o es, todavía no se) el único español que no sabía que Franco había muerto. Y así con muchas cosas (Caso Faisan, dinero de botín, filtraciones sospechosas, malas instrucciones, ...) fue haciendo un carreron impresionante.
Y ahora aparece ese señor a decirnos a todos que quiere meterse en política. Si hubiera habido algún mínimo de decencia en este país, a ese señor no hubieran dejado entrar al edificio de la Audiencia Nacional. Un juez que es más conocido por sus opiniones políticas y algunas barbaridades no puede ser un modelo de referencia para la sociedad. Un señor que ha hecho política desde su asiento de juez, tiene que ser desterrado de una sociedad libre. Una persona, tenga la profesión que tenga, puede tener sus ideas políticas (es lógico), pero un juez tiene que ser más ecuánime que cualquiera porque una decisión suya, aunque parezca una perogrullada, puede cambiarle la vida a una persona. Y una persona que actúa en base a sus ideas y no a la ley, no puede formar parte de un sistema democrático.

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