Que el sexo, de forma explicita o implicita, se ha convertido en un negocio muy lucrativo para algunos canales televisivos para conseguir audiencia es una evidencia más que notable. Sin embargo, todavía quedaban programas lejos o espacios muy lejos de eso y muy concretamente me refiero a las campanadas.
La nota la dieron la tal Cristina Pedroche en Antena 3 y los del Cambiame en Telecinco. No de Pedroche tenía sus antecedentes con un vestido durante el año pasado, cuyas transparencias dejaban ver su ropa intima. Ahora ni eso. Con premeditación y alevosia (porque sabía que para bien y para mal se iba a hablar de ella en las redes sociales) se puso un vestido que es un canto a la horterada y a la chabacaneria, que deja bien claro que la televisión quiere y pretende mostrarnos a las mujeres (con la connivencia de algunas como la mencionada Pedroche) como un pedazo de carne con la que algunos salidos (si, salidos) pueden recrearse... y paro de contar. Nadie niega que Cristina Pedroche tenga un buen cuerpo, pero sinceramente me parece que hay cosas totalmente intolerables. No hace falta enseñar algo más que cacho para que una mujer esta guapa y sobre todo elegante.
No todo iba a quedar ahí. Telecinco (Telecirco más bien), esa cadena propagadora del mal gusto y de la telebasura, no se iba a quedar atras. Los presentadores completamente en ropa interior (roja por supuesto; hay que cumplir con las tradiciones), haciendo que estas campanadas fueran la excusa perfecta para convertir tal momento, seguido como es lógico por hombres y mujeres, niños, adultos o ancianos, en algo patético, lleno de estupidez humana, que refleja en lo que se ha convertido la cajatonta: en una cajam... (y lo que sigue).
Casí que me quedó con presentadores, que aunque se puedan equivocar con los cuartos o no tengan una personalidad atrayente, al menos conservan algo que a determinados personajes le falta: la dignidad.
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