Wilfrid Michael Voynich siempre se había interesado por los manuscritos y textos de épocas muy anteriores. Mientras otros tenían aficiones más mundanas (dejemoslo ahí), Voynich literalmente abrió una biblioteca de libros raros e incunables muy difícil de igualarse por algún otro. Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. En 1912 halló en la biblioteca del colegio jesuita de Villa Mondragone, Italia, un manuscrito, que compró a bajo precio junto con otros textos y libros antiguos. Inicialmente, no debió darle importancia a tal manuscrito hasta que intentó descifrar su contenido. Le resultó imposible. Fuera cual fuera la lengua con que se había escrito tal libro (el cual estaba llenó de ilustraciones raras con aparentes referencias a plantas y a mundos desconocidos) parecía haber desaparecido hace mucho tiempo.
Por eso contrató a expertos lingüistas e historiadores para saber sí conocían el alfabeto utilizado y podían traducirle su contenido. No lo pudieron traducir, ni siquiera utilizando una posible equivalencia con lenguas ya desaparecidas. Había un enigma detrás de tal manuscrito al que muy pronto comenzaron a llamar Voynich en honor a su descubridor.
Las hipótesis sobre el motivo del libro van desde su posible autor o autores hasta su propósito. Se dice que es un libro medicinal, pasando por la alquimia y otras diversas teorías más fantasiosas que apuntan a la magia o al mismo diablo.
Wilfrid Michael Voynich |
El hecho de que no se haya podido traducir ni una sola palabra, ha convertido al libro en el Santo Grial de la criptografía histórica, aunque muchos han pensado que no es más que un engaño elaborado por el propio Voynich para que las generaciones venideras se rompieran literalmente la cabeza con un enigma indescifrable.
Posteriores pruebas llevaron a datar el manuscrito sobre el 1400, dando por zanjada la teoría de la falsificación, pero aún queda lo extraño de su lengua, sus ilustraciones que pueden apuntar a un origen medicinal asociado a las plantas o un herbario o clasificación de plantas en función de sus propiedades.
Actualmente está catalogado como el ítem MS 408 en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale, Estados Unidos, esperando que alguien resuelva un enigma que dura más de 100 años desde que Voynich lo descubriera, abandonado y olvidado de todos, por casualidad en un lugar apartado del país transalpino.
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