Weyler es de esos hombres en la historia que entro con mal pie para algunos, mientras otros alabaron su determinación a la hora de afrontar los desafios. La primera en la isla de Cuba fue cuando reconcentró a la población rural para evitar que éstos ayudaran a los insurrectos cubanos. La segunda sería tras la denominada Semana Trágica de Barcelona donde reprimió con gran dureza los disturbios ocasionados por los extremistas en toda la ciudad. Weyler era muy suyo y no estaba dispuesto a que nadie se le subiera a las barbas.
Valeriano Weyler y Nicolau, hijo de militar, siempre llevó los cuarteles en la sangre, fruto de su instrucción en la Academia de Infantería de Toledo, donde obtuvó la graduación de Teniente. Weyler que participó activamente en la tercera guerra carlista, ocupo diversos puestos que muy pocos militares han ostentado a lo largo de su vida. Fue Capitán General de Canarias, de Filipinas, de Cuba y Cataluña, llegando a ser varias veces Ministro de la Guerra (al que actualmente conocemos como Ministro de Defensa). Dejando de lado sus decisiones controvertidas en Cuba o Barcelona, Weyler fue el que impulsaría la construcción del edificio de la Capitanía General de Canarias (Comandancia General actual) que se encuentra en Santa Cruz de Tenerife y la construcción del Gobierno Militar de Las Palmas de Gran Canaria.
Cabe destacar que sus decisiones, aunque llamativas en la actualidad (concentración de población en la isla de Cuba por ejemplo) era una táctica habitual en su época, que la prensa estadounidense se encargo de demonizar y los españoles se han dedicado a comprar a lo largo de la historia. Lo cierto es que Weyler pasa por ser uno de uno de los mejores estrategas militares de la historia de España, lo que es mucho decir.
Weyler por su gran hoja de servicios y su indudable lealtad al Rey fue ennoblecido con los títulos de Marqués de Tenerife y Duque de Rubí, Grande de España. Sin embargo, su espiritu monarquico, no le impidió oponerse a la dictadura de Primo de Rivera, participando en diversos complots para desalojar al dictador (que curiosamente era Capitan General de Cataluña al igual que lo había sido Weyler). Desde el mínuto 1 hasta su misma muerte, Valeriano Weyler presionó a Alfonso XIII sin conseguirlo.
Weyler fallecía en 1930. Meses después dimitía Primo de Rivera y posteriormente abdicaría Alfonso XIII, dando pasó a la Segunda República. A pesar del tiempo, aún hoy recordamos a ese incomprendido (y me atrevería a decir que odiado en la actualidad en algunos sectores ignorantes de la sociedad española) llamado Valeriano Weyler, del cual una plaza frente a la Capitania General de Canarias lleva su apellido: la plaza Weyler, centro neurálgico de Santa Cruz de Tenerife, que en mi opinión es la plaza más bonita de la ciudad.
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