En España pasamos de lo tajante para mucho como para poco. Resulta que ahora, dada la denuncia de la LFP contra el Real Madrid por 17 aficionados, no se podrá insultar en los campos de fútbol. Resulta que ahora viviremos en los campos de fútbol en una especie de estado marcial donde dirigentes (más bien chivatos) estarán con la oreja puesta para captar todo lo que diga el que vaya a ver un partido de fútbol.
Reconozco que la violencia verbal también es una lacra que se ha incrustado en nuestra sociedad (no sólo en el fútbol), pero esto es de ir a la permisividad más absoluta al control más intransigente. Todo esto viene auspiciado porque hasta la fecha ni los Gobiernos de turno, ni la LFP, la Federación, ni la prensa les ha importando un rábano la verborrea ofensiva que se lanzaba en las gradas de nuestro fútbol ¿Y cuál era la excusa?
Que el aficionado pagaba la entrada. No tiene derecho a lanzar bengalas, pero sí a soltar todos los improperios que les de la gana porque pagaba su entrada y los futbolistas cobraban mucho dinero. Ésto lo he escuchado en emisoras de radio y periódicos, por lo que la prensa ha provocado gran parte de la violencia generada ¿No se acuerdan las portadas llameantes de los periódicos catalanes las primeras veces que fue Figo al Camp Nou con la camiseta del Real Madrid?
Me parece lamentable todos y cada uno de los insultos que se profieren no sólo en el fútbol, sino en cualquier ámbito. Lo que pasa es que no podemos convertir los campos de fútbol en una especie de caza de brujas, algo que fomenta gente a la que hasta este instante, le importaba menos que nada que a determinado jugador lo llamen m... (y lo que sigue) y sub... (y lo que sigue).
Lamentable es una sociedad donde el insulto esta institucionalizado. Es por eso que la educación casera y, por lo tanto, familiar tiene que ser la base sobre la que se sustente la sociedad. Una educación en valores para no caer en el barbarismo al que desgraciadamente parecemos abocados.
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