Desde hace varios años en este país todavía llamado España hay determinados elementos, cuyo pensamiento ideológico me importa bien poco, que están acostumbrados a decir quien o quienes son demócratas o no. Y parece que dentro del periodismo también.
Sólo así se explica el aluvión de críticas hacía el presentador del debate del canal 24 horas de Televisión Española. Esa era la misma gente que aplaude hasta con las orejas cuando el tipo de la coleta dice las barbaridades que dice (el hablo de liberación inmediata de presos de ETA fue él. Ahora se desdice) y los que consienten que hayan sectarios (de su ideología, claro) en los consejos de administración de una televisión que nunca ha sido de todos, aunque se pague con dinero público. Unos señores que van de torquemadas por la vida, diciendo lo que esta bien o esta mal, y que tienen la palabra fascista en la boca cada vez que alguién disciente de sus opiniones.
Lo llamativo es que esa gente que se erige en defensoras de todas las corrientes de opinión no tienen ni puñetera idea de lo que es un fascista. Sí lo supieran, se habrían dado cuenta de que son ellos los que actuan de tal forma. Porque aquí hay mucho "listo" que ve la Democracia como aquel que dice "respetame mis ideas que ya vere si respeto las tuyas" cuando un Estado verdaderamente libre es aquel donde se respetan las ideas del otro, incluso más que las propias porque desde las constrastes de opinión se puede llegar a acuerdos, algo de lo que parece que muchos dentro de la política y el periodismo se han olvidado.
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