miércoles, 2 de octubre de 2013

El sueño de Schliemann

"Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles;
 cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos 
y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, 
a quienes hizo presa de perros y pasto de aves—cumplíase la voluntad de Zeus—
desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles"

Estos versos son con los que empieza una de las obras cumbres de la literatura universal, "La Ilíada", donde Homero nos relata la legendaria guerra de Troya. Pues estos versos y los que le siguen fascinaron desde el primer momento al pequeño Heinrich: conflictos entre Dioses, honor, valentía, lucha, ...., todas esas cosas que a los niños hace volar su imaginación.


Su padre era pastor, aunque bastante culto. Fue precisamente gracias a su padre por el que conoció "La Ilíada". El joven Heinrich estaba seguro de que Homero había descrito una guerra real, aunque su padre pensaba que no eran más que historias o recopilaciones de las mismas. No era el único. Muchos eruditos pensaban que lo que describía el autor eran hechos fantaseados que añadieron a su mitología propia ya que los Dioses griegos tienen bastante protagonismo en el devenir de las batallas. Pero Heinrich se negaba a creer que esas historias fueran fruto de la imaginación de alguién. Por eso, a pesar de que muchos lo tacharon como loco, aprovecho sus estudios en antiguedades para viajar, para entretejer aquella tela de araña que había tejido Homero hace miles de años.
En 1868 visito Grecia por primera vez. Se impregno de sus tradiciones y su cultura y es que del país heleno podemos decir que viene la cultura occidental. Fue precisamente en Grecia donde se enamoro de una joven de 16 años, Sophia. La joven helena era el amor de su vida. Por eso no dudo en separarse de su primera mujer. Todo salía bien para el explorador Schliemann que termino su doctorado en arqueología y que esos años visito Turquía, donde los más credulos, como él, decían podía estar ubicada Troya. Hasta el punto llego a estar obsesionado con Troya que veía a su esposa como una Helena particular a la que cubría de joyas y agasajos. Con Sophia tuvo dos hijos a los que les puso dos nombres homéricos: Andrómaca y Agamenón.

Su esposa Sophia

En Hisarlik, Turquía, Schliemann inició sus excavaciones descubriendo las ruinas de una ciudad devastada por lo que pudo ser una gran batalla. Heinrich no dudo en decir que esa ciudad descubierta había sido la Troya de Homero. A pesar de las dificultades en las excavaciones, se siguió adelante. Hasta la fecha, nadie había excavado en la zona y fruto de ello encontraron metales y otros ornamentos que no se habían tocado en Siglos. 

Los muros de Troya

Las joyas que encontró en la ciudad no dudo en renombrarlas como el "Tesoro de Priamo". A partir de ahí siguieron las excavaciones que aún hoy en día nos descubren nuevas y sorprendentes maravillas.Schliemann falleció en 1890, tras un desvanecimiento en Napoles. Han pasado más de 100 años desde sus sorprendentes descubrimientos. Unos descubrimientos que empezaron a hacerse tras la mente de un niño curioso que una vez leída y oída la historia pensó: ¿Por qué no puede ser verdad?

La llamada Máscara de Agamenón descubierta por Schliemann en Micenas
Y esa verdad nos dejo lo que hasta ese momento podía sospecharse, aunque no se había contrastado: "La Iliada", una de los grandes trabajos de la literatura universal había tenido su base real. Homero tenía razón.

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