Cuenta la leyenda que en Atenas, las mujeres esperaban saber si sus maridos saldrían victoriosos o derrotados por los persas en la batalla en la llanura de Maratón debido a que sus enemigos habían jurado que tras vencer a los griegos, irían a la misma Atenas a saquear la
ciudad, y sacrificar a las niñas.
Los griegos, que sabían el mencionado juramento, se plantearon que si las mujeres de Atenas no recibían noticia alguna de la victoria griega antes de acabar el día, serían ellas mismas quienes matarían a sus hijos para suicidarse a posteriori, evitando que el enemigo persa las deshonrara. Los griegos ganaron la batalla, pero les
llevó demasiado tiempo para conseguirlo, por lo que era aparentemente imposible que las mujeres supiesen de su victoria. Así que, a pesar del éxito de la batalla, era posible que las mujeres matasen a sus hijos y se suicidaran después.
Era una situación límite y es por eso que el General ateniense Milcíades el Joven decidió enviar un mensajero a dar la noticia a la polis griega. El nombre del mensajero era Filípides, que después de haber estado combatiendo un día entero, tendría que recorrer los aproximadamente 40 km. que separaban a Maratón de Atenas.
Los griegos tenían fama de grandes atletas y Filipides llegó a Atenas, cumpliendo con su misión. Sin embargó, ese sería el triste final del propio mensajero. Y es que cuando entro en la ciudad, cayó agotado y antes de morir sólo pudo decir una palabra: "νίκη" (que significa victoria en griego antiguo).
No sabemos sí esta historia es real del todo, aunque fue puesta sobre papel por grandes como Plutarco y Heródoto. Lo cierto es que esta tradición sirvió de base para que los fundadores del Comité Olímpico Internacional (COI) fijaran una carrera de 40 km. para los Juegos Olímpicos de la edad moderna. Dicha carrera recibiría el nombre de Maratón.
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