Estos días de campaña electoral podrían ser calificados como los días de la demagogia. Y es que no hay nada que resulte más patético que escuchar a personajes de uno u otro signo político (PP y PSOE) decir que combatiran sin reservas la corrupción cuando elementos de su propio partido han robado a manos llenas. Lo lamentable es que siempre vean la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo. Igualmente asqueroso es ver como cierto tipo de la coleta y algunos afines se atrevan a darnos lecciones de Democracia, sabiendo su colaboración con la dictadura venezolana. Precisamente de dictaduras puede hablarnos una tal Rosa Diez que ha literalmente purgado a todo aquel que se ponía en su contra. Por otro lado, tenemos a Albert, que considera que tener 45 años es demasiado para estar o al Partido Comunista (o Izquierda Unida, Izquierda "Plural") que vive a la sombra del mencionado tipo de la coleta. Finalmente acabamos con los nacionalistas que ven peligrar su posición a la hora de pactar (generalmente con el PSOE) por las llamadas fuerzas emergentes.
Mil y un promesas electorales que nunca se cumplirán, teniendo a cada día que escuchar ocurrencias día a día (lo de la moneda propia para la ciudad de Barcelona mencionado por la aprovechada Colau se lleva la palma). Mientras los ciudadanos rezaremos (y no es broma) para desear que se acabe una campaña electoral que demuestra cuan alegados de la realidad se encuentran nuestros políticos a los que elegiremos cada 4 años y que, aunque suene políticamente correcto decirlo, nos lo merecemos porque nuestros representantes, para bien y para mal, son fiel reflejo de la sociedad que los elige.
PD: Por eso hay que tener mucho cuidado en lo que se vota porque una decisión así puede afectarnos para bien o para mal. Y es que no es lo mismo elegir a un Adolfo Suárez que a un Zapatero.
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