lunes, 17 de marzo de 2014

La última parada de Zamora

Era el 21 de Junio de 1936. Día histórico para el fútbol, pues se enfrentaban los dos grandes rivales del balompié hispano. Ese día se celebraba la final de Copa de España entre el Madrid (sin título de Real por estar en una República) y el Barcelona.


Valencia, sede de la final, era una fiesta para todos menos para uno. Ese día se retiraba uno de los grandes guardametas de su época y la historia. Ricardo Zamora dejaba las botas tras más de dos décadas dedicadas a fútbol. Tras estar un tiempo, lesionado o jugando poco, Zamora entraba en el once como capitán del equipo blanco.

Saludo de capitanes

Las cosas parecían ponerse bien para el equipo madridista cuando Eugenio y Lecue de un formidable trallazo perforaban la meta azulgrana. Sin embargo, el Barcelona se hace con el balón y acorta las diferencias por mediación de Escolá. Así acababa la primera parte.


La segunda se le complico al Madrid cuando se lesiona Sauto. En aquella época no existían los cambios por lo que se ven obligados a jugar con diez, jugando con el lesionado en una banda. A partir de ese momento, el Barcelona adquirió más control.
Fue entonces cuando apareció el milagro. Una internada de la delantera azulgrana comandada por Escolá avanza al área con un tiro del propio Escolá. La gente ya cantaba el gol cuando entonces ocurrió el milagro. Ante la sorpresa de todos, ese gran portero, el divino Zamora conseguía atacar el obús azulgrana.

"El Divino" celebra la victoria

El propio Zamora lo relataba así: 
"No ven mis ojos más que a Escolá. Lo veo agrandado; en primer plano sus pies y el balón. Inclino el cuerpo hacia la izquierda, marco el sitio. Sin una milésima de retraso coinciden el balón y mis manos. Mio, mío, mío. Absoluta posesión de lo que me pertenece, de lo que nadie puede disputarme: el balón. Es el título, es la Copa. Más que aplausos son las exclamaciones que estallan como cohetes. En unos es de júbilo el acento, en otros, de decepción. Voy desvistiéndome lentamente entre el clamor del triunfo. Veinte años de fútbol, en ese instante"
Una parada antológica que significo la salida en hombros de un Zamora, que demostraba al público una vez más porque lo italianos lo llamaban "Il Miracoloso" ("el hombre del milagro"). Una parada que daba un título y justificaba toda una carrera.

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