martes, 9 de julio de 2013

Las enseñanzas del Sermón del Monte

Si a una persona cristiana practicante le preguntaran: "¿Qué es ser Cristiano?" Su respuesta no podría ser más clara: en el Sermón del Monte hallaras la respuesta. Porque habiendo muchos pasajes importantes en el Evangelio, es en el Sermón del Monte donde hallamos los fundamentos básicos para llevar una vida de Fe. 

 
El Sermón lo podemos dividir en cuatro partes: las Bienaventuranzas, la llegada del Reino de Dios y la Ley, el discurso sobre la limosna, la oración y el ayuno y el camino hacía Dios.
Las Bienaventuranzas
En este apartado, el Mesías nos habla de que una vida de entrega a los demás o de sufrimiento debido a la maldad del mundo es indispensable para alcanzar el Reino de Dios. Sólo la bondad del hombre para con los otros harán que se alcance el Reino de Dios en la tierra. El objetivo primordial es la justicia social: que los desamparados, los manos y, en definitiva, aquellos que sufren por causa de Dios por dar Amor a los demás son dignos de ver a Dios. Las Bienaventuranzas son las siguientes:
  • Bienaventurados los pobres en el espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos. (Versículo 3).
  • Bienaventurados los mansos: porque ellos poseerán la tierra. (Versículo 4).
  • Bienaventurados los que lloran: porque Dios los consolará. (Versículo 5).
  • Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados. (Versículo 6).
  • Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos obtendrán misericordia. (Versículo 7).
  • Bienaventurados los puros de corazón: porque ellos verán a Dios. (Versículo 8).
  • Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Versículo 9).
  • Bienaventurados los que sufren persecución por [causa de] la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. (Versículo 10).
La llegada del Reino de Dios y la Ley
La llegada de Dios tiene que hacerse visible en nosotros mismos. Para ello, Jesús nos presenta la metafora de la sal y la luz. Con nuestros actos, alumbraremos a la humanidad, dando Fe y Esperanza a aquellos que nos miran, los cuales daran gracias a Dios por la bondad de nuestras acciones.
13. Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
14. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
15. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
16. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Jesús nos habla de que el no ha venido a abolir la Ley de Moisés, sino a darle cumplimiento. En el se cumplen tanto la Ley como las Profecías. Un ejemplo claro lo vemos en el momento de la Transfiguración cuando en un monte, junto a él, aparecieron Moisés, en representación de la Ley, y Elías, en representación de los profetas (San Mateo 17, 1-6).
17. No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
18. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una jota o una tilde de la Ley sin que todo suceda.
Pero no se queda ahí.  Aquel que no cumpla la Ley sera el más pequeño en el Reino de Dios, frente aquel que si la cumple. Dios nos llama a practicar la Ley e impartir justicia para alcanzar el Reino de Dios en la tierra.
19. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.
20. Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Jesús no acepta las riñas o enfados entre hermanos. Por eso, nos dice que antes que presentar una ofrenda a Dios, con la intención de ir con el corazón puro, hemos de ir hacía aquel con el que tengamos alguna riña y reconciliarnos con él. 
21. Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal.
22. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo del infierno de fuego.
23. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
24. deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
Jesús condena no sólo el adulterio como una acción realizada, sino todo adulterio que se comete con el pensamiento porque aquél que desee al esposo o esposa del prójimo ya ha pecado de espíritu. 
27. Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
28. Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
A partir de ahí, se da una radicalidad en el mensaje, lo cual no hay sino que tomarlo como un recurso poético que sólo nos dice que hay que alejarse de aquello que nos haga pecar y, con ello, alejarnos de Dios.
29. Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
30. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya al infierno.
 Jesús condena los repudios muy habituales en la época, los cuales habían convertido la Ley en una carta blanca para casarse varias veces.
31. También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.32. Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.
De esta forma entronca con el tema del adulterio, asociando el repudio a la posibilidad de que alguien se case con una repudiada.
Jesús condena los juramentos. Para el Mesías hemos de ser consecuentes con nuestras palabras, sin meter a Dios en nuestros actos.
33. Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.
34. Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo , porque es el trono de Dios,
35. ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad del gran rey.
36. Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.
37. Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno.
Pero el Salvador va más allá. Jesús promueve el Amor a los enemigos, a los que nos injurian o maltratan. Porque desde ese punto conseguiremos la perfección eterna. Para Jesús no vale el ojo por ojo y diente por diente practicado hasta ese momento. Para Jesús el signo del Cristiano es el Amor, no sólo al prójimo, sino a los enemigos. Para Cristo el merito no esta en amar a quien nos ama, sino en amar a aquellos que nos odian o humillan.
44. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
45. para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
46. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
47. Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?
48. Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
El discurso sobre la limosna, la oración y el ayuno
Jesús condena a los hipócritas que hacen limosna, oración o ayuno para ser vistos por los hombres y no con auténtica Fe. En época de Jesús era muy habitual este tipo de prácticas. El propio Dios en el libro de Isaias se queja que "me honran con sus labios, mas su corazón esta lejos de mi". Jesús .el cual defiende la pureza de corazón, condena esas prácticas propias de fariseos o escribas.

1. Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
2. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
3. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4. así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
5. Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.
6. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
7. Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.
8. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
Jesús nos dice en todo momento que Dios sabe lo que radica en el corazón del hombre y que nuestra relación con Dios mediante ayuno, limosna y oración ha de ser personal y, por lo tanto, nadie tiene por que estar enterado de que estamos practicando cualquiera de las tres.
Jesús nos exhorta a rezar a Dios con una oración que ha tomado el título de la palabra inicial: Padre Nuestro.
9. Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
10. venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
11. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;
12. y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
13. y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.
El camino hacía Dios
El Mesías nos da una serie de consejos para alcanzar la Vida Eterna. Jesús condena los juicios o chismorreos de las personas cuando ellos también son pecadores y cometen faltas. Él nos llama a ser Santos para que desde nuestra Pureza de Corazón podamos a ayudar al hermano en la falta.
1. No juzguéis, para que no seáis juzgados.
2. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá.
3. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?
4. ¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque la brizna del ojo", teniendo la viga en el tuyo?
5. Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
Jesús nos exhorta a orar en silencio, en secreto, y nuestro Padre nos recompensara en lo público. Jesús nos dice que todo aquello que pidamos, nuestro Padre Celestial nos lo concederá como hijos suyos que somos.
7. Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
8. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
9. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra;
10. o si le pide un pez, le dé una culebra?
11. Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
Jesús nos llama ha hacer lo que queramos que los demás nos hagan a nosotros y a buscar el camino de la salvación eterna que, aunque es difícil, nos lleva al Reino de Dios. Nos avisa que el camino a la perdición en mucho más fácil y son muchos los que entran en su puerta.
13. Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella
Debemos evitar a "los falsos profetas". A aquellas personas o cosas que con promesas de satisfacción personal nos alejan del camino hacía Dios. Para diferenciar los buenos de los malos, nos pone el ejemplo del árbol que da frutos buenos y frutos malos. Por sus frutos los conoceréis.
15. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
17. Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
18. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos.
19. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego.
20. Así que por sus frutos los reconoceréis.
Además condena una vez más la hipocresia cuando dice que no sólo el que lo llama es digno del Reino de Dios, sino el que hace su voluntad. El que con sus actos hace la voluntad del Padre.
21. No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.
22. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"
23. Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"
Para finalizar nos habla con un ejemplo de como aquel que cimento su casa sobre una roca, que es la Fe, llegaron los vientos y tempestades y su casa por ser solida no se vino abajo, mientras el que edifico su casa sobre arena, un suelo inestable, por lo tanto, cuando llegaron las tempestades se vino abajo. En este ejemplo, nos viene a decir que a pesar de los malos momentos (enfermedades, falta de trabajo, ...) el que tiene Fe nada le falta, mientras el que teniendo esas tragedias personales, no cimenta su vida en la Fe se hunde en la miseria más absoluta.
24. Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca:
25. cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.
26. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena:
27. cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.
El Sermón termina resaltando la autoridad de Jesús con sus sabias palabras.
28. Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina;
29. porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.
El Sermón del Monte representa una doctrina que aboga por la Paz y la Pureza del Corazón. Los actos se cometen desde el Corazón y desde esa Pureza podemos alcanzar la Vida Eterna. Es seguro que si el Mundo hubiera seguido esta doctrina a lo largo del tiempo, muchos conflictos se podrían haber evitado. Es digno de admirar las sabias palabras del Hijo de Dios. Sólo el ser humano tiene que aplicarlas para llevar una vida plena y feliz.

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