Cuantas veces habremos oído decir a los políticos de turno cuando un caso de corrupción afecta a sus filas "iremos hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga" o si afecta al adversario "tiene que pedir explicaciones, su cupula esta podrida, etc.". Ese es el principal problema. Con estas actuaciones no iremos a ningún lado. La corrupción se acaba siendo firme y da igual que sea tu partido o tu adversario porque es un problema de todos.
No vale la tentación que tienen muchos políticos de decir "a ver si los casos de corrupción de estos, le hacen perder votos". Es sumamente triste y repugnante que alguien pretenda llegar a gobernar de esta forma. Además visto lo visto, eso es una mala táctica. Hemos visto infinidad de gobernantes que han vuelto a ser elegidos a pesar de estar inmersos en casos de corrupción muy graves. Lo hemos visto recientemente en Analucia (eres), Cataluña (Palau y Pujol) y Valencia (Camps y algún otro) y más alejado en el tiempo, los casos de corrupción durante los Gobiernos de Felipe González (Roldan, GAL, Juan Guerra, ...) y, sin embargo, ganaron en el 93.
La sociedad tiene que darse cuenta que amparando a los corruptos se esta haciendo un flaco favor. Los que ocupan cargos de relevancia en sus partidos y en la administración tiene que ir contra aquellos que pretenden o saquean las arcas públicas sean de su partido o del adversario. Si nuestros políticos no se conciencia que la corrupción no es un problema de un partido en concreto, sino de la política en general, el país puede irse al traste, teniendo lugar unas consecuencias catastróficas.
Que la gente piense que todos los políticos son iguales o que la sensación de corrupción es general es sólo culpa de los políticos, los cuales han preferido utilizar el problema en su batalla electoral que atajarlo porque como están acostumbrados a decir "es problema del otro" y no es así. Es un problema que nos incumbe a todos.
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