martes, 9 de julio de 2013

Clásicos Inmortales: El Gran Dictador

Primera película integramente sonora de Charles Chaplin cuyo objetivo era parodiar el nazismo, aunque desde ese final aparentemente simple, representa un canto a la libertad memorable y, a pesar de ser una comedia, en muchos casos tristemente realista. Los nombres de Italia y Alemania fueron cambiados por Bacteria y Tomania, respectivamente. Se buscaba dar un aire burlesco a las dos dictaduras, así como a sus respectivos dictadores.

 
La película comienza cuando en la Primera Guerra Mundial, un soldado judío del ejercito de Tomania, barbero de profesión (Charles Chaplin), salva en el fragor de la batalla al oficial Schultz (Reginald Gardiner) ayudándole a escapar en su avión, pero durante el trayecto la nave sufre un accidente. El barbero pierde la memoria. Los soldados informan a Schultz, en medio de su convalecencia que la guerra se ha perdido.


Transcurren veinte años desde esos hechos, y el barbero judío sigue amnésico. A pesar de ello escapa del hospital, aunque desde los médicos y enfermeros le dan poca importancia a la fuga. Regresa a su ciudad para abrir de nuevo su antigua barbería ubicada en el ghetto. El incauto barbero ignoraba que los tiempos habían cambiado. El poder estaba en manos de Adenoid Hynkel (Charles Chaplin, parodia de Hitler), el cual mantiene sojuzgado a su pueblo y, en especial, a los judios, a los que desprecia y considera una raza inferior. El dictador esta asitido por el Ministro del Interior Garbitsch (Henry Daniell, parodia de Joseph Goebbels) y el Ministro de la Guerra Herring (Billy Gilbert, parodia de Hermann Göring). El símbolo del régimen de Hynkel es la "doble cruz" (parodia de la esvástica nazi). 

El dictador juega con el globo terráqueo

Durante la película podemos ver una parodia continua de los discursos de Hitler, imitando sus ademanes histrionicos, con una forma de hablar continuamente alterada. El barbero se sorprende cuando las fuerzas de asalto pintan la palabra "judío" en las ventanas de su local. Una de los habitantes del ghetto, la hermosa Hannah (Paulette Goddard), defiende al barbero cuando es acosado por los secuaces de la dictadura. Ambos se enamoran y deben sufrir las tropelias de un regimen atroz. 

El barbero se enamora de Hannah

Schultz, que ahora ocupa un alto cargo en el gobierno de Hynkel, reconoce al barbero, del que se siente muy agracedido por salvarle la vida en la anterior guerra, y ordena a las tropas que no molesten a los habitantes del ghetto. Hynkel ordena el cese de la persecución a los judíos mientras intenta conseguir, de forma curiosa, que un banquero judío le conceda un prestamo para financiar sus planes de dominación mundial.

Hynkel y Napoloni

El objetivo de Hinkel es invadir Osterlich, pero sin dinero es imposible hacerlo y por lo tanto ser el dueño del mundo. El banquero judío se niega a dar el préstamo y el dictador intensifica aún más si cabe su persecusión contra los judios. Schultz muestra su rechazo a Hynkel y su política anti-judios. Hinkel lo considera un traidor y ordena que sea enviado a un campo de concentración. Schultz consigue huir hasta el ghetto, donde con la ayuda del barbero, Hannah y los demás judíos, busca cómo derrotar a Hynkel y su régimen. Las fuerzas de asalto atacan el ghetto y el barbero y Schultz son finalmente detenidos y enviados al campo de concentración. La barberia del barbero acaba destrozada.


Hynkel mantiene su intención de invadir Osterlich, pero el que se entrometa Benzino Napaloni (Jack Oakie, parodia de Benito Mussolini), el dictador de Bacteria, hará que tenga que hacerle una visita y ser diplomático con él. La visita a Napaloni resulta una parodia completa de las reuniones de Hitler y Mussolini, desde el recibimiento brazos en alto (cuando uno lo subía, el otro lo bajaba) o la guerra de pasteles entre los dos ridículos dictadores.


Mientras, Hannah y demás habitantes del ghetto huyen hacia Osterlich, pero se inicia la invasión desde Tomania, encontrándose otra vez en medio del regimen tiranico de Hinkel.

 
El barbero y Schultz escapan del campo disfrazados con uniformes de Tomania. Los guardias fronterizos que estan buscando denodadamente al barbero u a Schultz confunden al barbero con Hynkel, dado su parecido físico y lo capturan después de dejarlo sin sentido. Por el contrario, el barbero es confundido con el dictador y es conducido a la capital de Osterlich para dar un discurso sobre el inicio de la conquista del mundo. 


Garbitsch, su lugarteniente decreta la anexión de Osterlich a Tomania, la anulación de la libertad de expresión y el sometimiento de los judíos. Sin embargo, en una de las escenas más celebres del cine, el barbero, con un discurso sublime, aboga por el pacifismo y el Amor entre todos los hombres. Claramente en esta parte vemos una contraposición de lo que ofrecían dictaduras como en Nazismo, con el discurso de Garbitsch, y lo que ofrecen el barbero que es nada más y nada menos que la libertad, el no sometimiento a unos personajes que sólo buscan corromper el corazón de los hombres. Un punto final a una película sublime que demuestra que el genio de Chaplin seguía más vivo que nunca.


La película fue prohibida en los países parodiados (Alemania e Italia), así como el algunos sudaméricanos. En España no se estrenó hasta el año siguiente de la muerte de Franco (1976). El propio Chaplin confesaría que si hubiera sabido los horrores de los campos de concentración, no hubiera rodado la película. Esta obra representa todo un canto a la Libertad del ser humano, más allá de ideologías, siempre contra todas las tiranías del mundo.

Ficha

Dirección
Charles Chaplin
Producción
Charles Chaplin
Guión
Charles Chaplin
Música
Charles Chaplin
Meredith Willson
Sonido
Percy Townsend
Glen Romynger
Maquillaje
Ed Voight
Fotografía
Karl Struss
Roland Tolheroh
Montaje
Willard Nico
Efectos especiales
Jack Cosgrove

Otros datos

País
Estados Unidos
Año
1940
Género
Comedia, Drama
Duración
128’

Protagonistas

Actor
Personaje
Charles Chaplin
Barbero judío / Adenoid Hynkel
Paulette Goddard
Hannah
Reginald Gardiner
Schultz
Jack Oakie
Benzino Napaloni
Henry Daniell
Garbitsch
Billy Gilbert
Herring
Maurice Moscovich
Señor  Jaeckel
Emma Dunn
Señora  Jaeckel
Bernard Gorcey
Señor  Mann

El mundo en sus manos


Afeitando al ritmo de Brahms


Discurso final

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