domingo, 8 de septiembre de 2013

¿Qué pensaban?

Eso es lo que me pregunto cuando desde aquí hablaban de sueño olímpico, de que si Madrid era mejor, de esto o aquello. El sueño olímpico que nació desde la necesidad de hermanar a los pueblos por parte de un hombre el Barón de Coubertin se ha convertido en una falsa.


Les diré las tres cosas por las que se rige el COI, así como otros organismos federativos: dinero, dinero y más dinero (ya se que es lo mismo, pero al menos reitero la idea). Si el del 2016 se lo dieron a Rio de Janeiro fue por interes geoestrategico (dicen que Brasil es una economía emergente cuando siguen habiendo muchos niños muriéndose de hambre y la corrupción parece que es la misma) y a Londres en el 2012 porque a algunos personajillos les interesaban los beneficios que pudieran dar, a pesar de que no habían construido casi nada. 
España no pinta nada en la actualidad en el concierto económico y político internacional y esto es una prueba de ello. Si España fuera una potencia mundial, los corruptos dirigentes del COI u otros organismos la tendrían en cuenta, pero, claro, sólo priman los intereses económicos y es mejor que ahora se lo lleve un país derrochador como Japón y dar los de 2024 a países europeos como Alemania o Francia.
También no hay mas que ver a los que eligen a los países. Gente que lleva años ahí y que, en su gran mayoría no son deportistas, sino gente que se ha dedicado a hacer política en lugar de fomentar el deporte como algo saludable, gente que, incluso me atrevería a decir que hereda cargos en función de que su padre ha llegado a ser Presidente como es el caso de Juan Antonio Samaranch (hijo).

Coubertin, impulsor de los Juegos y del Espíritu Olímpico

No nos engañemos, estaba complicado que Madrid saliera elegida. No por que fuera peor que las otras, sino porque aquí como en tantas federaciones u organizaciones "deportivas" lo que prima es el dinero y no el olímpicos, algo que sonó un día un tal Pierre de Coubertin y que cada cuatro años, sus "sucesores" siguen dinamitando, convirtiendo la noble practica del deporte en algo que sólo se hace por dinero, hasta el punto de fomentar el acto más tramposo que se puede hacer en el deporte: el dopaje, algo de lo que no sólo es culpable España (¡qué manía tienen algunos con la operación puerto!), sino otros países que parece que tiene bula para dar lecciones de moralidad (acuerdense de Armstrong).

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