Hace unos años mi padre me hablaba de un fútbol que sólo se jugaba los Domingos y todos los encuentros a la misma hora. Es por eso que no era extraño que se dieran hasta cinco goles de forma simultanea, por lo que este hermoso deporte se convertía en una fiesta.
Y era más bonito. No era extraño ver en los graderíos, a los diferentes espectadores unidos por una sola cosa: el transistor. Todos y cada uno de los espectadores tenían el aparato pegado a la oreja: "a ver si marca este, para superarlo y clasificarme para Europa o evitar el tan temido descenso".
Además hacía del fútbol un deporte más emocionante porque no era una época como la actual en la que hay 20 equipos y hasta 4 se clasifican para la Copa de Europa. Sólo el campeón se clasificaba (por lo que perder la liga en la última jornada tenía doble castigo) y hasta mediados de los 80 había 18 equipos, llegando a aumentarse hasta 22 durante dos temporadas para que no descendieran por deudas el Sevilla y el Celta.
Era un fútbol que hasta los años 70 no había cambios (eran raras las rotaciones) y tampoco había amarillas por lo que el castigo podía ser máximo si el infractor hacía una barbaridad. Era un fútbol de garra. La gran mayoría de los jugadores ganaban su sueldo única y exclusivamente gracias al fútbol y no mediante anuncios, algo que desgraciadamente ha desvirtuado mucho la capacidad económica de los clubes.
Tampoco habían tantos extranjeros (sobre todo gracias a la moratoria de extranjeros en los años 60) lo que derivaba en que los equipos miraran más a la cantera y pudiesen dar buenos jugadores a la selección. Lo que más me llama la atención de ese fútbol puro es que el Combinado Nacional jugara apenas tres o cuatro partidos al año (siempre que no hubiera un Campeonato del Mundo, aunque rara vez se clasificaba), lo que hacía que los jugadores seleccionados estuvieran más frescos para competir con sus equipos.
Un fútbol en el que, como vemos, no primaba el dinero, sino el sano placer de practicar este deporte. Un fútbol que sólo se jugaba los Domingos, no como ahora que además se juega los Viernes (¿?), Sábados y Lunes (¿?). Un fútbol en el que se esperaba con ansía ese gol (que no llega, que no llega) que nos hiciera ser campeones, clasificarnos para Europa o evitar el descenso. Un fútbol ya desgraciadamente olvidado, pero que reflejaba la grandeza de un deporte único.
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