Don Miguel no iba tan siquiera a
literato. Cervantes, como muchos de su época, para ganarse la vida
abrazó la vida militar (algunos dicen que huyendo de la justicia ¿Quién
sabe?) donde participó en la batalla de Lepanto donde perdería la
movilidad de un brazo. "La más alta ocasión que vieron los siglos
pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros" diría el que pasaría a la posteridad como el manco de Lepanto.
Con
tan solo una sola mano con la que levanto verdaderas catedrales de la
literatura. Muchos se acuerdan como es lógico de sus hijos Don Quijote y
Sancho, pero tanto "Las Novelas Ejemplares" como "la Galatea" son obras
cumbres dentro del noble arte de la palabra escrita. Cervantes es hijo
de su tiempo y nos muestra lo bueno y lo malo del ser humano en aquellas
novelas ejemplares en las que una Reina tan odiada como Isabel I ("La
Reina Virgen" la llamaban) podía ser un personaje positivo como ocurre
en "La Española Inglesa" o en el que la fuerza de la sangre era muy
poderosa como nos relata en la novela ejemplar del mismo nombre. Por
otro lado ¿Qué podemos decir del Quijote?
Leer
el Quijote, así como su magnífico prologo, es conocer al mismo
Cervantes; sus pensamientos en torno a la sociedad del momento, sobre la
vida militar, sobre el honor y ese noble concepto de la Libertad de la
que don Miguel estuvo privado cuando cayó preso en Argel. De hecho,
probablemente Don Quijote era el cuerdo, mientras los demás eran los
locos. Incluso, el propio Sancho, siempre tan incrédulo frente a las
locuras de su amo, al final se quijotiza, queriendo vencer a molinos de
viento y deshacer entuertos, aún después del mal trago cuando fue
Gobernador de la Ínsula Barataria.
Don Miguel publicó "La
Galatea" en 1585. Hasta veinte años pasaron para dar a la luz a su
Quijote. 20 años en los que estuvo encarcelado y en los que probó suerte
en el teatro y con la poesía, un don, por cierto, que no le dieron los
cielos ¡Ni falta que le hizo!
Don Miguel es por derecho propio el
padre de la novela moderna, la literatura en prosa, que en España no se
tomó en serio hasta mucho tiempo después de la muerte del propio
Cervantes; ni siquiera a Cervantes se le ha tomado en serio.
Arruinado,
como casi toda su vida, don Miguel murió en el más profundo de los
olvidos, algo lamentable que aún hoy en día sigue ocurriendo. El
oscurantismo y desprecio con el que los propios españoles han tratado a
Cervantes ha sido tan deleznable, que, mientras Shakespeare,
contemporáneo de don Miguel, es honrado como uno de los grandes hijos de
las Islas Británicas, Cervantes ha sido condenado al ostracismo.
Ni
siquiera muchos españoles, jóvenes y no tan jóvenes, conocen la corta,
pero intensa y viva literatura de un don Miguel, cuyos restos, estén en
el edificio de las Trinitarias o o, aún reclaman una Justicia que se le
ha negado durante todo este tiempo. Leer a Cervantes es conocer a la
España de aquel tiempo, conocer a su autor, deleitarse con una prosa
maravillosa y, en algunos casos, llena de mucha ironía, aunque
reflejando un concepto humanista adelantado a su tiempo con referencias a
la honra, la Libertad y a la búsqueda de la felicidad. Siempre es un
plan placer leer al gran don Miguel de Cervantes.
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