jueves, 3 de marzo de 2016

Mítines electorales en el Congreso

Lamentable. Sólo así podríamos definir la sesión de investidura a la que podríamos llamar la de "caretas fuera" puesto que todos demostraron lo que realmente eran. Unos panfletarios dispuestos a soltar "su" rollo y que en algunos casos tienen la poca vergüenza de mentar al Rey en pleno discurso, arrimando el ascua a su sardina.


Que el tipo de la coleta es un radical que tacha de "presos políticos" a condenados por pertenencia a banda armada, era una evidencia, que Sánchez quiere pactar con el tipo de la coleta es algo que se sabía desde mucho antes (increíble su patética reacción ante las palabras contra Felipe González ¡más plano imposible!) y que Mariano se cachondea de todos esos jefes de la miseria ilustrada es algo tangible. Lo llamativo es que Albert se haya convertido en literalmente un portavoz más del PSOE hasta el punto de recordarle a Rajoy el pacto con Pujol en el 96. Y, cabría recordarle a Ciudadanos (ese partido votado por mucha gente de derechas) que sí el PP vota No, lo hace por unas consideraciones tan legítimas como la abstención o el Si, pero completamente distintas del No del tipo de la coleta. Que por ser tan partidarios del PSOE, se les esta pegando sus mismos argumentos y estilo dialéctico (muy pobre, por cierto).
Lo que si quedó claro es que muchos de nuestros políticos piensan en el pasado: referencias a Churchill, Adolfo Suárez, Majestic (Albert te pasaste de frenada), Felipe González, Millán Astray (como los supuestos antifranquistas se enteren de que fundó la Legión, se la cargan) e incluso un tonto de solemnidad como Garzón habla de memeces como la oligarquía franquista. Lo que parece evidente es que algunos viven anclados en un pasado, lleno de dolor, en lugar de buscar un futuro para un país no sólo con dificultades económicas. Hasta Albert ha sucumbido a echar en cara los errores a un partido del que él estuvo afiliado (yo no; él), aunque ahora niegue tal cosa como si fuera algo de lo que avergonzarse.
Más de una vez he dicho que faltan oradores en nuestra política (recordemos: el país de los Cánovas, Castelar, Azaña, Melquiades Álvarez...), pero también falta honestidad, narices y menos radicalidad. Y sobre todo hace falta menos postureo por parte de algunos que sólo buscan el poder. En la Casa del Pueblo Español no se viene a armarla, ni a darse besos en la boca en el centro del hemiciclo (buscando la foto), sino a parlamentar, que, por si algunos no lo saben, es hablar y dialogar.

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