Ya en la época que compuso esta magnífica obra, Antonio Vilvaldi, maestro de maestros, ya era por su gran música, con el violín como parte esencial, aparte de ser conocido como El cura rojo por ser sacerdote y pelirrojo, pero sería con las Cuatro Estaciones ("Le Quattro Stagioni" en italiano) cuando, independientemente de lo que había realizado y realizó hasta ese momento (más de 400 conciertos y cerca de 46 óperas), alcanzó la INMORTALIDAD (si; con mayúsculas).
Antonio Vilvaldi hizo algo buscado siempre por infinidad de artistas, pero muy pocas veces conseguida. Dividió una obra, comenzando por la primavera, siguiendo por el verano y el otoño y acabando por el invierno, consiguiendo evocar en todos y cada uno de los sonidos a todas las estaciones. Vivaldi utiliza el allegro, el adagio, así como las diferentes versiones de éstos a su antojo, alcanzando la mangificiencia en su imperial obra; aquella que nos hizo en algo más de 40 minutos pasar por todas y cada una de las estaciones.
La primavera (La Primavera)
El verano (L'estate)
El otoño (L'autunno)
El invierno (L'inverno)
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