Sería en una sesión de caza en el Alto Volta (actual Burkina Faso). Tras participar en una carrera con otros ciclistas franceses, Fausto Coppi contraía la malaria. Un retraso en el diagnostico y una mala curación hizo que uno de los ciclistas más grandes de aquella época muriera con apenas 40 años.
Tan solo mencionar a Fausto Coppi es hablar de historia pura del ciclismo: estamos ante un corredor al que podríamos calificar como un grande, consiguió 5 Giros de Italia, aparte de 2 Tours de Francia, que hicieron que se le conociera como el Campeonissimo.
Coppi llegó a ser tan importante dentro de la sociedad italiana que trascendió a el propio ciclismo hasta el punto de que cuando se declaró agnóstico se armo una buena dentro de la Italia tradicionalmente católica. De hecho, los transalpinos de dividieron entre los que se declaraban seguidores de Coppi (agnóstico) o de Gino Bartali (católico convencido), que era el adversario deportivo de Coppi, llegándose a decir que se llevaban mal. Esa imagen cambio cuando a Bartali se le acabo el agua en una carrera y Coppi le ofreció su botellín, diciéndole: "Toma Gino, bebe", en una imagen que ha pasado a la historia del ciclismo.
Ese magnífico hombre, el gran Fausto Coppi moría en 1960, algo que causo gran conmoción en Italia. Y es en ese momento cuando todos recordaron aquel Giro de Italia de 1949 en la que recorrió 192 kilómetros en solitario en la etapa entre Cuneo y Pinerolo, una auténtica hazana, que le valió para ganar esa edición de forma definitiva.
El famoso periodista Mario Ferretti, ante ese gran hecho, diría en su crónica una frase que pasaría a la posteridad de un hombre que cuando corría lo daba todo:
"Un hombre solo al mando, su maillot es blanco y celeste. Su nombre, Fausto Coppi"
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