En la actualidad, el ser humano ha llegado a saber como se produce el Arco Iris: cuando la luz solar incide sobre las gotas de lluvia, estas se encargan de producir los colores con un ángulo e aproximadamente 138º grados. Sin embargo, este inmenso Arco de siete colores, que salía después de cada lluvia, tenía un origen religioso para los antiguos.
Quizá el relato mitológico que más conocemos por nuestra ascendencia judeocristiana sea el del Génesis, según el cual el Arco Iris es puesto por Dios para recordar su alianza con Noe:
"Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre
mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra,
se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto
mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no
habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne"
Otros relatos intenta explicar el origen del mismo. No sería hasta épocas renacentistas cuando se intentó desvelar el poderoso "secreto" que se escondía detrás del Arco Iris.
La teoría fue desarrollada por Antonius de Demini en 1611, siendo retomada posteriormente por René Descartes, que consiguió dar con el motivo de la curvatura el Arco Iris. La teoría moderna, que conocemos todos, fue propuesta por Thomas Young y elaborada posteriormente por Richard Potter y George Biddell Airy.
Años después, Isaac Newton consiguió demostrar con ayuda de un prisma que la luz blanca del Sol contiene colores partiendo del rojo, pasando por el naranja, amarillo, verde, por el azul, añil y finalmente violeta. Newton comprobó que la luz puede ser separada en varias colores, en lo que conocemos como descomposición de la luz blanca. El ser humano había alcanzado uno de los hasta entonces secretos más maravillosos producidos por la madre naturaleza: el Arco Iris, siempre visto desde un punto de vista religioso, interpretándose como símbolos de futuros hechos, es un impresionante efecto óptico.
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