A veces parece que vivimos en varias "realidades" paralelas. Uno pone el canal X donde hay un programa de debate y se nos cuenta o resalta un caso de corrupción asociado a un partido político. Después pones otro canal Y, donde se quita importancia al caso de corrupción en el que hablaban en el canal x y se resalta el caso de corrupción del partido opositor. Resulta que vivimos en un mundo en el que los periodistas, sea del medio que sean, se permiten el lujo de decirnos lo que importa o deja de importan en función de su ideología.
La Libertad de prensa debe existir y, como tal, determinado medio debe actuar en función de su manera de pensar, pero una cosa es la Libertad de prensa y otra es la Libertad de considerar al público como una especie de masa anormal, que necesita que machaconamente se hable de que el partido muy contrario al nuestro es malo, malísimo, puesto que sus casos de corrupción y su manera de ver el mundo es equivocada.
A eso lo llamo la tiranía de los medios, que en Democracia se da a baja escala, ya que un empresario en función de su ideología nos muestra un mundo completamente distinto al del otro empresario, que tiene otra visión. En un Estado totalitario, ese empresario es el propio dictador (de ahí que cierto tipo de la coleta quiera un medio público con la idea de controlarlo todo personalmente).
Una cosa es la línea editorial y los artículos de opinión con los que podemos estar o no de acuerdo y otra bien distinta es que todo un periódico o noticiero se convierta en una opinión, que como todo lo subjetivo, se basa en la realidad personal del que transmite la información. Lo más triste del asunto es que con muchos periodistas me pregunto sí estoy viendo a un informador capaz de criticar o apoyar a la derecha o a la izquierda o a un político, que en muchos casos defiende lo indefendible, utilizando muchas veces de forma implícita la frase de "Mi partido es corrupto, pero el tuyo lo es más".
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