A mi desde pequeñito me enseñaron a respetar a todo el mundo en cuestiones de toda índole. Creo que una persona merece todo el respeto del mundo, tenga el color de piel que tenga, tenga la orientación sexual que tenga, piense lo que piense, crea lo que crea. En esto último parece que en España estamos a años luz de ser una sociedad respetuosa. Insultos y blasfemias de todo tipo casualmente siempre contra los que profesan (profesamos) la Fe Cristiana. Lo ocurrido en cierta gala de uno de nuestros carnavales no es más que una de las muchas ofensas contra los cristianos a los que claro algunos ven fácil ofender por aquello de poner la otra mejilla y saben que en general nunca vamos a ir más allá, ni vamos a caer en el insulto, ni vamos a pegar a nadie... porque (¡claro!) los cristianos ponemos la otra mejilla.
Creo
que el respeto es necesario en una sociedad cívica y nada,
absolutamente nada, justifica agredir los sentimientos más intimos de
una persona, que ya puede ser una creencia religiosa o una orientación
sexual determinada. Por supuesto, nunca un cristiano que se precie de serlo va a caer en la provocación... ni debe hacerlo. Los sentimientos contra tal ofensa suelen ser de rabia, frustración y en algunos casos lágrimas en los ojos y es que no podemos hacer nada porque (¡claro!) los cristianos ponemos la otra mejilla.
Decía Luther King que soñaba con una sociedad en la que blancos y negros fueran tratados como iguales. Yo sueño con una sociedad donde todos nos tratemos con respeto. Sin embargo, teniendo el cuenta el odio que pulula por ahí, auspiciada por ciertos partidos políticos, me parece que es de momento una utopía.
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