Años antes de la conquista, se cuenta que vivió en los altos montes de Ycoden (Actual Icod de los Vinos en la isla de Tenerife) la joven y bella Amarca. Era tan guapa que despertaba las envidias de las jóvenes y enamoraba a todo aquel que comprobara su belleza.
Un día, intrigado por los comentarios sobre Amarca, llegó a su cueva el Mencey de Icod, Pelicar, para comprobar si era cierto lo que se comentaba de ella. Nada más verla, el joven Mencey quedó enamorado por la belleza de Amarca, pero ésta lo rechazó. La noticia se extendió por toda la isla y a la morada de Amarca iban día tras día jóvenes que venían a ver si podían casarse con ella. Pero Amarca, sabiéndose hermosa y deseada de todos, los despreciaba."¿Quién podrá enamorar a tan caprichosa joven?" Se preguntaban los lugareños.
El Mencey Pelicar |
Pronto llegaría un nuevo pretendiente, un pastor de cabras llamado Gariaiga, muy conocido y querido en la zona, el cual enloqueció de amor y pasión por la joven, pero ésta inmisericordemente lo rechazó. Gariaiga, de débil personalidad, no supo aceptar la negativa de Amarca y, ante ese rotundo NO y el tremendo dolor que ello le supuso, se arrojó desde lo alto de un barranco, suicidándose.
Las mujeres culparon a Amarca por su egoísmo y desdén por la triste muerte del pastor y la noticia del suceso se extendió por todos lados, llevando una dura presión y angustia a la joven ante el remordimiento que sentía por el suicidio del pastor. Así, desapareció del poblado y pasaron varias semanas y nadie supo el destino de Amarca hasta que un anciano contó que una mañana la había visto deambular por las cumbres, caminando como sonámbula en dirección al mar y que, sin poder evitarlo, se lanzó desde lo alto del precipicio hacia las olas.
El mencionado anciano contaba cómo luchó contra el oleaje hasta que sus fuerzas flaquearon y las aguas del Océano Atlántico se la llevaron para siempre. Esta historia canaria es una de las leyendas guanches más conocidas y evidentemente no confirmadas, pero que conformaron a todo un pueblo (como pudiese ser la leyenda de Gara y Jonay en la Gomera o la de la Príncesa Ico en Lanzarote). Lo cierto es que se dice que cuando algún caminante en la noche cruza las portentosas cumbres del Teide, se oye un lamento extraño y escalofriante; una débil, apagada y triste voz que parece surgir del fondo de los propios barrancos. Se dice que es la voz de Gariaiga, que desde lo más profundo de su ser sigue llamando a su amada.. "Amarca ... Amarca ... Amarca ..."
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