Unos años después de acabada la Segunda Guerra Mundial, desde Europa se tenía más que claro que una unión entre las potencias europeas era necesaria colaboración entre los diferentes y con ello la reconstrucción de un viejo continente devastado por la guerra. De esta manera, comenzaron a firmarse una serie de tratados de Paz, que corroboraban que existía la firme voluntad de poner fin a las discrepancias entre potencias.
En 1951, alentado por Robert Schuman, Ministro de Exteriores de Francia, se firmó el Tratado de París, que formalizaba la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) basándose en el derecho internacional existente, diseñado para ayudar a la reconstrucción de las economías del continente, evitar la guerra en Europa (¡Importante!) y garantizar una Paz duradera, algo que tanto había faltado los 50 años que se llevaban de Siglo XX.
El sentido diplomático de la CECA era toda una revolución que "amenazaba" con cambiar lo que había sido el viejo continente hasta ese momento. Este organismo sería el antecedente directo de lo que sería la Comunidad Económica Europea con la firma del tratado de Roma el 25 de Marzo de 1957 en el mismísimo Capitolio. El tratado de Roma establecía:
- Unión Aduanera: No habría fronteras entre países miembros, ni aranceles, creándose lo que se llamaría un mércado común.
- Política agrícola común: Circulación libre de los productos agrícolas entre países miembros, así como la adopción de políticas proteccionistas, que permitirían a los agricultores europeos no padecer la competencia de productos llegados de terceros países. La prohibición de monopolios y la concesión de privilegios a regiones ultraperiféricas (territorios no continentales, pero que pertenecen a un país miembro) también se consiguió.
Inicialmente la CEE tuvo seis países (La Europa de los Seis): Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos). Se iniciaba una etapa histórica (Con la puesta en marcha del Tratado de Maastricht en 1993, la CEE pasó a llamarse Comunidad Europea para reflejar no solo su carácter económico, sino político), que ha pasado por diferentes momentos, buenos y malos, pero que indudablemente cambiaron la historia europea.
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