martes, 26 de noviembre de 2013

Wembley y aquellos magiares mágicos

Han pasado sesenta años y los más viejos de las Islas Británicas recuerdan ese maravilloso equipo con el que perdieron, pero dejo a su paso una exhibición... de fútbol. Y es que esa Selección Húngara de fútbol era maravillosa.


Hacía un año habían ganado la Medalla de Oro de los Juegos Olímpicos de Helsinki, pero eran mucho más que títulos. Desarrollaban un juego vertiginoso que desarbolaba defensas por doquier. El equipo magiar contaba con grandes figuras como Zoltán Czibor, Sándor Kocsis, Nándor Hidegkuti, Ferenc Szusza, József Bozsik, Gyula Grosics y su gran capitán Ferenc Puskas. Hoy a Puskas se lo conoce como un jugador tendente a la gordura, pero con una potencia en su pierna izquierda incomensurable (en su posterior etapa en el Real Madrid lo llamarían "Cañoncito Poum"), pero era mucho más que eso. Era inteligencia y habilidad a partes iguales. Uno de los mejores interiores de su tiempo, además formar parte del Olimpo de los grandes goleadores de la historia.
Pues ese maravilloso equipo iba a jugar en el mítico Wembley contra la Selección local. Hasta ese momento, Inglaterra no había perdido contra ningún equipo no anglosajón como local. Hasta que llegaron esos magiares que literalmente barrerían a unos ingleses que parecían juveniles al lado de esa maravillosa máquina futbolistica.

Salida al campo

Hoy en día se da a muchos partidos ese título de "partido del siglo". Este sólo fue un amistoso. Pero un amistoso que maravillo al mundo y que merece tal título. Ese 25 de Noviembre de 1953, una apisonadora húngara por el césped. Bajo la batuta de su entrenador Gustav Seves, le endosaron un doloroso 3-6 a la invicta Inglaterra.
Sólo un minuto fue lo que tardó Hidegkuti en abrir el marcador con un zapatazo a la escuadra. Fue el primero de los tres que hizo, siendo la figura del partido, no sólo por su hat-trick, sino también por su gran actuación.

Uno de los seis goles magiares

Inglaterra llegó a empatar el partido al cuarto de hora en una gran contra, pero poco duró la alegría porque luego llegarían tres goles seguidos de Hungría antes del descanso, al que se llegó con un 2-4. Y de ahí al 3-6 final, que pudo ser mucho mayor, ya que los de Sebes llegaron a tirar infinidad de veces entre los tres palos. Los goles húngaros, además de los tres ya nombrados de Hidegkuti, los harían Puskas por partida doble (uno de ellos, una obra de arte, tras quebrar a un defensa) y Bozsik. Sewell, Mortensen y Ramsey harían los goles ingleses.


Tal prueba del calado futbolístico que alcanzo tal encuentro, lo encontramos en uno de los grandes entrenadores ingleses, Bobby Robson: "Aquel partido cambió mi forma de pensar. Creíamos ser los maestros y ellos los alumnos y fue al revés. No conocíamos a nadie, ni siquiera a Puskas. Nos enfrentamos a marcianos. Nos demolieron". Ese partido, fue una de las muchas muestras de para que se juega al fútbol: para marcar goles. Y los magiares mágicos sabían muy bien lo que hacían.

Resumen del partido (inglés)

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