Ahora que parece probable que Diego Costa, delantero brasileño del Atlético de Madrid, sea convocado para el próximo partido de la Selección Española de Fútbol, sería conveniente hablar de aquellos jugadores que siendo extranjeros, vistieron la zamarra nacional.
Primero hay que decir que hace bastante tiempo, los jugadores podían jugar en cualquier combinado siempre y cuando se nacionalizaran. Casos en España tuvimos en los años 50 y 50. Di Stéfano se nacionalizo en 1957, cuatro años después de llegar al Real Madrid, cuando ya había jugado con la Selección Argentina, llegando a ser el máximo goleador nacional hasta la llegada e irrupción meteórica de Butragueño. Hubo otros como Puskas (demasiado mayor eso sí) o Kubala. Había otros casos como el de Santamaría que siendo hijos de españoles pudo jugar con España, aún habiendo jugado anteriormente con Uruguay.
Kubala llego a ser jugador y seleccionador de España |
Llego a haber tantos extranjeros no sólo en nuestra liga, sino en la Selección que se asocio el mal resultado del Mundial de Brasil a tal cosa. De hecho se prohibieron los jugadores extranjeros tanto en la liga como la selección excepto los oriundos, hijos de españoles, los cuales habían nacido fuera, siempre y cuando no hubieran jugado con su país de origen. Las trampas llegaron al fútbol y no sólo habían jugado con su selección, sino que muchos no eran ni descendientes de españoles.
A partir de ahí muchos casos, aunque en su mayoría de jugadores que no han destacado como aquellos Di Stéfano o Kubala que sin embargo, el caso de "La Saeta Rubia" es paradigmático, no jugaron un mundial. El último caso de extranjero que además ha ciertamente destacado es Senna que fue campeón de Europa en 2008, siendo titular en el mediocentro.
Yo particularmente nunca he sido partidario de que un combinado pueda tener extranjeros, aunque la ley lo permita ya que no hay nada más puro que las competiciones en las que once nacionales compiten contra once nacionales. Y lo mismo en los banquillos y cuerpo técnico. Porque en los campeonatos de Selecciones no prima, o no debería, el dinero, sino la calidad del país que compite.
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