Es un día cualquiera. Imaginese que entra en un servicio público (el tranvía, por ejemplo) y después de validar el ticket, al levantar la vista, ve un panorama totalmente desolador. Salvo una o dos personas, todas las demás están mandando mensajes con el movil (WhatsApp) o con su tablet conectado a Internet hojeando el periódico digital. Llamo desolador a auna situación en la que se ha perdido todo contacto humano, donde ya apenas se escribe y donde se ha perdido, me atrevería a decir, el arte de hablar, de expresar lo que uno siente a otro ser humano, de mirarlo cara a cara y no mediante una pantalla.
No sere yo el que crítique las novedades tecnologicas. Desde la invención de la rueda, el coche y tantos otros artefactos, a la vida del ser humano han llegado unos cambios muy beneficiosos para el desarrollo de la sociedad. Entre ellas los ordenadores, moviles, etc. han supuesto un cambio muy productivo. En Internet podemos encontrar de todo, podemos hablar con cualquiera desde donde sea, sin necesidad de utilizar una cabina, etc. Pero todo cambio requiere una responsabilidad. Sí, por ejemplo, con la invención del coche, el hombre hubiera dejado de caminar, la sociedad estaría compuesta de individuos inútiles.
Y para nuestra desgracia nuestra sociedad, merced a las nuevas tecnologías esta cambiando para mal. Sin desmerecer todas las ventajas que puedan tener los cambios tecnologicos, nos hemos convertido en una sociedad dependiente de aparatos como el móvil (que harían algunos sin), el tablet o el ipod. Nos estamos convirtiendo en una sociedad donde sus jovenes (los mayores consumidores de los dispositivos digitales) no leen y cuando empiezan una lectura, no entienden lo que están leyendo o donde no se comunican, no hacen mano de un avance que se dio hace mucho tiempo y que nos hace diferentes a todos los animales y que es la comunicación con otro ser. Hemos perdido definitivamente la capacidad lingüística, la capacidad de escuchar y ser escuchado.
Definitivamente nos hemos convertido en una sociedad de zombies, más pendientes de los aparatos digitales que de comunicarse y, por lo tanto, de estar cara a cara con otro ser humano y simplemente hablar, ser participe de una conversación.
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