A mi que un señor llame lo que llamo a la Vicepresidenta del Gobierno de España no me parece admisible. Pero no por machismo, sino por que una persona elegida en unas elecciones democráticas no puede usar un lenguaje soez y vulgar. Aunque teniendo en cuenta el nivel intelectual de algunos dirigentes o diputados tampoco me extraña.
He dicho infinidad de veces que los políticos han de regirse por unas normas y comportamientos basadas en el sentido común y no prohibirselo por ley. Hay diversar formas de aceptar, aunque unas pueden ser admisibles y otras no. Esta el insulto basado en la ironia como por ejemplo: cuando una persona X le dice a otra que es incompetente en una materia: "eres todo un experto, se nota que dominas el tema". Evidentemente, por el tono y la forma, lo que esta diciendo a su interlocutor es que es un inepto y no sabe de lo que esta hablando (esos es aplicable a muchos políticos que meten de Ministros o Consejeros sin tener idea de lo que esta haciendo). Por otro esta el insulto, la descalificación y el escarnio de muchos políticos a la hora de minusvalorar a su oponente. Todavía se recuerda cuando Alfonso Guerra llamo "tahúr del Mississipi" a Adolfo Suárez o cuando cierto alcalde de Getafe y Presidente de la Federación de Municipios y Provincias (que afortunadamente ya se fue), no sólo insulto a una persona concreta, sino a todos los votantes de determinada ideología cuando dijo que por qué había tanto "tonto de los cojones" que aún votaba a la derecha. Para colmo no dimitió, cosa por otra parte, normal en estos lares.
Pedro Castro, ex-alcalde de Getafe |
El insulto desgraciadamente ha formado parte de nuestra vida cotidiana. En la televisión y publicaciones vemos constantemente como se minusvalora al adversario político y se le ridiculiza de la forma más infame. El insulto, el inproperio, contra las personas se ha convertido en algo recurrente. Algo que debemos cambiar todos los que formamos parte de esta sociedad.
Ningún cargo publico debe utilizar como norma el insulto para "vencer" a ningún oponente porque tenga o no tenga razón, al final ésta la acaba perdiendo. Es necesario que se enseñe desde muy chico a utilizar el arte de la conversación, de la palabra. Saber conversar, exponer tus razones de forma que puedas o no puedas convencer. Lo que si es verdad es que me da igual si es de derechas o de izquierdas, yo nunca defendere a áquel que para expresar sus opiniones, utilice la descalificación al oponente cuyas opiniones son por lo menos tan respetables como las nuestras. Eso es DEMOCRACIA, pero parece que algunos no se enteran.
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