Antonio Cánovas del Castillo. Un hombre trascendental en la Historia reciente de España. Una figura tan importante que le dio un nombre a todo un sistema político, el cual fue utilizado durante la Restauración Borbónica en España: el Sistema Canovista.
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| Antonio Cánovas del Castillo |
El Sistema Canovista estaba compuesto de dos partidos que se turnaban en el poder: el Partido Conservador, presidido por el propio Cánovas, y el Partido Liberal, presidido por Práxedes Mateo Sagasta. El que llegaran al poder uno u otro partido no tenía influencia a la hora de tomar las decisiones importantes, de hecho son llamados como los Partidos Dinásticos ya que los dos pretendían una cierta tranquilidad del país, el cual sería sustentado por la corona en la persona de Alfonso XII.
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| Alfonso XII |
El principal logro de este Sistema es que consiguió una cierta pacificación política después de un Siglo XIX plagado de pronunciamientos militares y desde el punto de vista monárquico consiguió un cierto acuerdo en que Alfonso XII fuera el Rey de España, acabándose, también, con la III Guerra Civil que duraba desde el llamado Sexenio Democrático.
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| Práxedes Mateo Sagasta |
Por otro lado, tuvo muchos fallos. El Sistema no supo renovarse sobre todo tras la desaparición de los lideres de los Partidos Dinásticos. Tampoco le supo quitar el poder dentro de la vida pública al ejército, ni supo abrir la política estatal a los ciudadanos. Hubo líderes destacados como Romanones o Maura, pero quizá el líder que intentó llevar la modernización al Sistema fue José Canalejas, pero lo asesino un anarquista, cuando había preparado su batería de reformas.
Tampoco supo acabar con los caciques porque sus líderes no querían que los ciudadanos interfirieran en la vida publica y política del país. El malestar entre las clases medias y bajas siguió creciendo de forma considerable, pero el Sistema fue dinamitado definitivamente cuando Miguel Primo de Rivera dio un Golpe de Estado, acabando con el Sistema Constitucional, y para colmo apoyado por el Rey Alfonso XIII.
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