"Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dice al discípulo: He ahí a tu madre"
¿Quién era ese discípulo? La tradición nos ha dicho que ese "discípulo a quien Jesús amaba" era el mismo San Juan, puesto que todas las referencias a él, se encuentran en el Evangelio del mismo nombre. No obstante, hay muchas teorías sobre la identidad de este discípulo del que se remarca que era el que Jesús amaba.
Las teorías (aparte de la mencionada de San Juan) son que era un Sumo Sacerdote del que el evangelista no dio su identidad para evitar represalias, un antiguo seguidor de Juan Bautista, que era el mismo Lazaro al que Jesús resucito e incluso se ha llegado de dicer que era la mujer samaritana a la que Jesús perdonó sus pecados.
En primer lugar, cabe decir que este Evangelio es muy diferente a los otros tres aceptados por la Iglesia, no sólo por composición y forma, sino en la forma de hablar del propio Jesús, llegando además a aparecer determinados episodios que las otras escrituras no nos presentan, aparte de que los estudiosos, dada la gran diferencia con el resto, aseguran que fue escrito muy posteriormente a los hechos que en él se cuentan por lo que en muchas partes podemos ver una visión algo distinta y casi alegórica de algunos acontecimientos tales como las bodas de Caná, el lavatorio de los pies, el juicio a Jesús por parte de Pilatos o algunas expresiones que buscaban acentuar la figura de Cristo ("Yo soy la Verdad", "En verdad, en verdad os digo", ...).
Así algunos ven en la figura del discípulo a quien Jesús amaba un mero recurso estilístico en el que tal discípulo no era nadie en concreto o se le oculta deliberadamente la identidad para que el mismo lector u oyente del texto se reconociera en dicho discípulo como si formara parte de la acción, creándose un vínculo afectivo entre el Salvador y el mismo.
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