Tengo que reconocer que siempre que veo a Marlene Dietrich se me viene la memoría el concepto de mujer fatal (muy propio del cine, por otra parte). Sin embargo Marie Magdalene Dietrich es de esas actrices que rebasaron la pantalla hasta el punto de ser algo más el papel que representaban.
Muchos afirman que Josef von Sternberg, con el que rodó diversas películas, construyó en torno a Marlene Dietrich el mito de la diva, pero lo cierto es que el enigma en torno a una mujer que parecía ser tan enigmática en su vida personal y social, fue algo que le acompaño para siempre.
Dietrich rodó, aparte de con von Sternberg, con grandes del calibre de Hitchcock, Fritz Lang o Billy Wilder en obras que popularizaron su figura, aunque para los ojos de los estadounidenses siempre fue vista como una extranjera, a pesar de su nacionalización, debido a su "fuerte acento alemán".
Sin embargo, es en su forma de actuar de cara al público, así como el desconocimiento de su vida privada, lo que hizo engrandecer su propio mito. Dietrich fue una de las muchas actrices que fue un icono de la moda para los altos diseñadores, llegando a ser una de las primeras mujeres en llevar pantalones.
Sería su hija la que daría detalles sobre una mujer que era más fachada que otra cosa; una madre espantosa, que vivió en la soledad y destacaba por ser muy manipuladora. Sean o ciertas tales cosas, Dietrich supo de forma casi milagrosa mantenerse al margen de las habladurías y rumores en torno a su figura.
Marlene Dietrich, aquella mujer calculadora y dominante en todas y cada una de sus películas, es considerada como uno de los más grandes mitos del séptimo Arte
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