sábado, 27 de octubre de 2018

Las brujas de Zugarramurdi

A pesar de la mala prensa que tiene la Inquisición Española (en parte con razón), lo cierto es que no fue ni micho menos tan terrible como la de los países protestantes o anglicanos y no hay mayor ejemplo que la época conocida como caza de brujas en la que entre los Siglos XIV y XVII muchas mujeres fueron condenadas a muerte por supuestamente ejercer la brujería (siempre vinculada a tratos con el diablo). Apenas algo menos de 60 mujeres fueron condenadas en España por este motivo, algo que se explica por el hecho de que los inquisidores en general creían que el tema brujeril correspondía más a superstición propia de zonas rurales que a hechos reales, desechando buena parte de las denuncias por brjeria. El hecho de que en España no hubiera guerras de religión como pasó en países del centro de Europa, Francia o Inglaterra también es otro motivo. Sin embargo, hay un caso que fue la excepción y fue conocido como el proceso contra las llamadas brujas de Zugarramurdi.


El antecedente a tal hecho lo tenemos en del juez del Parlement de Burdeos Pierre de Lancre, comisionado por el rey Enrique IV de Francia en 1609 para acabar con supuestas plagas de brujos por el país y que llegó a Labort, perteneciente al País Vasco frances, generando una ola de pánico tremendo contra supuestas brujas, las cuales solían reunirse en terribles aquelarres en torno al macho cabrio, çlásica representación del diablo. Conclusión: la quema de 200 personas, entre las que se encontraban mujeres, niños y hasta Sacerdotes. Lo peor es que dicho pánico se trasladó a los valles del norte de Navarra, concretamente a la zona colindante con Labort, en el noroeste de Navarra,  llegando a Zugarramurdi, el cual ya tenía fama de ser un territorio propició para las reuniones de brujas.


Esta zona perteneciente a la comarca de Baztán y con unos maravillosos paisajes, dedicado básicamente a principios del Siglo XVII a la agricultura y ganadería (era una pequeña aldea con apenas 200 habitantes), se vio sacudida por una serie de denuncias de supuestas prácticas brujeriles en las que intervino el Tribunal de la Inquisición de Logroño, el cual era el que tenía la jurisdicción sobre Navarra.


El proceso de delaciones e interrogatorios, culminó en un Auto de Fe celebrado en Logroño el Domingo 7 de Noviembre de 1610 en el que se aplicaron penas extraordinariamente duras. 18 mujeres fueron reconciliadas porque confesaron sus culpas, apelando a la misericordia del tribunal, pero 6 se resistieron, siendo quemadas vivas, aparte de "quemar" 5 en efigie, puesto que murieron cuando estaban encarceladas.
Lo cierto es que ni entre los inquisidores hubo acuerdo sobre si había o no reuniones de brujas en la zona. Mientras dos  constatan (o eso dicen) que estaba probado, un tercer inquisidor, que se había mostrado contraria a la sentencia por brujería en Zugarramurdi, Alonso de Salazar y Frías, en  un informe remitido dos años después a la Suprema, arremete contra los que, como sus dos colegas, creen en la veracidad de las brujas, afirmando que los fenómenos de brujería son historias "inverosímiles y ridículas", asegurando que son los libros o los sermones sobre la brujería los que hacen que ésta se extienda, recomendando además que no se le de publicidad, convencido de que la brujería acabará por desaparecer si se deja de hablar de la misma. Lo cierto es que por lo general, se siguió la versión del tal Salazar y Frías y en muchos casos se tomó como superchería, tachandose a aquellas que creían ser brujas como enfermas mentales (carecen de juicio). Este informe confirmaba otro, remitido por el inquisidor Pedro de Valencia, un año antes.

Museo de las Brujas en Zugarramurdi

Dicho informe fue asumido por la Suprema (confirmando la politica seguida desde el año 1526, tras unos procesos parecidos en la zona), intentándose reparar a las víctimas del Auto de Fe contra las supuestas brujas de Zugarramurdi, ordenándose que sus sambenitos no quedaran expuestos en ninguna Iglesia para que no cayera ningún estigma sobre ellas, así como sus descendientes.

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