Defensor de la Amazonia y contra la extracción indiscriminada de una selva que literalmente se estaba muriendo por la codicia de unos cuantos, Chico Mendes, cuyo nombre real era Francisco Alves Mendes Filho, fue un recolector de caucho que luchó por un mundo sostenible y eso no gustaba a muchos.
Todo hasta ese fatídico 22 de Diciembre de 1988 de palabras de su mujer:
"A Chico le gustaba mucho jugar al dominó. Llevaba jugando desde las cuatro de la tarde. A las seis y media le pedí que parase, para servir la cena. Entonces se levantó de la mesa, dijo que iba a ducharse y me preguntó si podía usar la toalla que le había regalado por su cumpleaños. Le dije que sí, tomó la toalla y se dirigió hacia la puerta. Abrió una rendija, vio que estaba oscuro y volvió. Tomó una linterna , abrió la puerta y entonces le dispararon"
El crimen no quedó impune, aunque todo hubiera sido distinto si no hubiera tenido gran repercusión en Brasil y otros países. Aún así desde determinados sectores se intentó denhonrar el nombre de asesinado y, de hecho, los asesinos, el terrateniente Darly Alves de Silva y uno
de sus 21 hijos, los cuales fueron juzgados y condenados, escaparon en 1993 (sin muchos problemas), siendo nuevamente apresados tres años más
tarde.
Aún hoy el problema de la tierra y la deforestación sigue existiendo y, aunque en escala mucho menor que en los años 80 y anteriores, aún siguen habiendo asesinatos con toda impunidad. El grupo Maná quiso hacerle un homenaje al propio Chico Méndes, cuyo asesinato fue toda una tragedia para Brasil, con una maravillosa canción Cuando los Ángeles lloran. Y es que cuando Chico Méndes se moría, cuando se moría aquel ángel de la Amazonia, todos los ángeles lloraron. Toda la selva por la que tanto luchó se ahogaba en llanto.
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