viernes, 6 de noviembre de 2015

El orgullo de las Fuerzas Armadas y la Democracia

23 de Febrero de 1981. Un intento de golpe de Estado tenía lugar en España a manos de unos militares con pistolas y subfusiles comandados por el Teniente General de la Guardia Civil Antonio Tejero. "Silencio todo el mundo" grito semejante individuo en medio de hemiciclo. Entonces, como si de un resorte se tratara, salió de la tribuna una figura, que todos presumiriamos fragil, pero cuyo energía conmovió a los españoles que veían la escena atónitos. De la tribuna salió el Teniente General Manuel Gutiérrez Mellado, Ministro de Defensa, exigiendoles aún a riesgo de su propia vida y sabiendo que era el militar de más alta graduación en esa sala, que depusieran su actitud. Tras zarandarear a Gutiérrez Mellado (un hombre que ya iba para 70 años), se oyeron los tiros en la sala por parte de un extremista como Tejero. El resto es historia, pero si algo quedo de ese día es que Gutiérrez Mellado, tan vilipendiado en días no tan lejanos, se había convertido en el orgullo de las Fuerzas Armadas Españolas, sino en un hombre que demostró que se podía ser militar y defender la Democracia.


Gutiérrez Mellado, que tenía un prolífico pasado en el régimen, sabía desde antes de la muerte de Franco, que la Democracia estaba en camino y nunca hubo un hombre en España tan bien elegido para una cartera tan complicada, la de Defensa, para llevar a un país a la Democracia. Precisamente la cartera de Defensa, llamada con anterioridad Ministerio de la Guerra y dividida con el franquismo en tres Ministerios (guerra., mar y aire), fue creada con el nombramiento de Gutiérrez Mellado, que con el Rey, se encargó de establecer y vigilar a determinados Generales, algunos muy proclives a un golpe de Estado. 

Suárez, Fernández Miranda y Gutiérrez Mellado

Difícil situación para un momento tan complicado como en de aquellos años 70 en el que Guardias Civiles eran asesinados por ETA y se acusaba al Gobierno y, en especial, a Gutiérrez Mellado de no hacer nada o de no ser suficientemente patriota con lo que quería hacer el Gobierno de la UCD de que en España hubieran Autonomías o se diera alas al nacionalismo vasco y catalán. 


Muchos militares despreciaron a Gutiérrez Mellado, alegando que era un hombre sin valor, cobarde y de escasos recursos, alguien que se había vendido por tener un puesto importante en Democracia. Nada más lejos de la realidad. 


Gutiérrez Mellado, que no todo lo hizo perfecto, demostró que se podía ser militar y defender las Leyes que salieran de un Parlamento Democrático; que nos alejáramos de aquellos años en la que los Generales tomaban el poder, algo habitual durante el Siglo XIX y XX de la historia de España. Gutiérrez Mellado demostró que era más valiente que aquellos que lo criticaban. Para la historia, esa imagen de un hombre desarmado, ordenándole a unos Guardias Civiles armados hasta las trancas que respetaran las Leyes. Gutiérrez Mellado no sólo fue el orgullo de las Fuerzas Armadas, sino de la Democracia.  

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