Una de las escenas míticas del cine es la final del planeta de los simios en la que Chartlon Heston ve con estupor como ese planeta al que quería volver, su casa, era en el que había estado todo el tiempo. Como prueba la destruida Estatua de la Libertad. Es entonces cuando sólo y abatido comienza a maldecir a toda la raza humana y a las guerras, que han destruido el planeta.
Un final apocalíptico, pero que viendo el conflicto bélico en Ucrania y todas y cada una de las guerras más o menos nombradas (Siria, por ejemplo), tampoco nos alejaría de dicho final. Dicen que el peor enemigo del hombre es el propio hombre y los radicalismos y asesinatos indiscriminados nos lo vienen a confirmar. Por el mundo, sigue habiendo gente tan despreciable como los renombrados Hitler o Stalin, a los que podríamos considerar enemigos de todo lo bueno que puede haber en la tierra.
Ahora los enemigos de la raza humana son gente tan despreciable como dirigentes rusos, sirios o estadounidenses, que amparan guerras o ellos mismos las inician, sin importarles el número de muertos civiles porque, es precisamente de lo que viven: de destruir al ser humano.
Hay muchas cosas por las que se puede morir, siendo la primera la defensa de tus ideas. Lo terrible es que hay gente que va más allá y piensa que por asuntos tan dispares como la política, la raza o la religión, se pueden hacer purgas y acabar con una población entera.
Este año se cumplen cien del terrible suceso que fue la Primera Guerra Mundial. Una serie de conflictos locales en la vieja Europa, alcanzaron a millones de personas en el viejo continente. Los nacionalismos y radicalismos fueron la principal fuente de un conflicto, que muchos recibieron con ganas, diciendo que iba a durar tres semanas, duro cuatro años. Hay que tener cuidado y actuar con responsabilidad porque lo que hoy nos parece tan lejos como el conflicto bélico en Ucrania, nos puede alcanzar de lleno con resultados inciertos.
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