Muchos siguen siendo los análisis respecto de las elecciones del anterior fin de semana. De todas ellas, habría que quedarse con que los resultados en las mismas no son extrapolables a unas nacionales o autonómicas.
En primer lugar, porque sólo hay una circunscripción por partido y en segundo lugar, sólo voto el 45% de los electores. Es realmente preocupante la subida de la extrema derecha, especialmente en Francia, y el relativo incremento de votos de la extrema izquierda en España, aunque la sorpresa se la llevo Izquierda Unida, ya que la novedosa podemos, dirigida por el demagogo y admirador de dictaduras como Cuba o Venezuela Pablo Iglesias, le ha quitado gran parte de votos.
Las elecciones europeas lo que a reflejado es el nulo interés general por parte de la ciudadania hacía una Europa, que ha ayudado a la financiación de diferentes obras (fondos europeos) e incluso para la formación de desempleados, siendo un caso llamativo la corrupción producida en Andalucia por una panda de golfos. El problema es que desde la política no se supo explicar la importancia de Europa para nuestros intereses y se prefirió hacer caso de la demagogia de determinados sectores, que aunque participan en el juego democrático, no durarían un ápice en quitarnos nuestros derechos como ciudadanos libres.
Al final se cumplió aquello de que cada vez nos estamos alejando de Europa, mirándonos nuestro propio ombligo. La ropa sucia se lava en casa (corrupción, aborto, etc.). Europa es diferente a todo eso. A Europa no deben ir unos partidos españoles contra otros partidos españoles. Deben ir una serie de partidos nacionales que defiendan a España y, por supuesto, los valores que la Democracia defiende. Es verdad, la Democracia no es perfecta, pero prefiero una Democracia imperfecta que la más atroz de las dictaduras.
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