Han pasado apenas unos días desde que comenzó la campaña electoral y parece que llevamos dos meses en la misma con tanta precampaña, que lo único que ha servido es para poner de manifiesto el que el PP vive perdido en el pasado de la desgracia perpetrada por Zapatero en este país y un PSOE, que vive anclado en viejos valores que lo acercan más a la extrema izquierda que a un partido de ideas democráticas.
Lo único que he oído en todos estos días de campaña es que sí Cañete era machista y que sí la Señora Valenciano ("si hace falta me desnudo para pedir el voto") se erige como una especie de defensora de las mujeres, alegando que el aborto es un derecho que iguala a ambos sexos (¿?).
La conclusión que yo saco es que se ha hablado poco de Europa y han quedado patente las diferencias entre los llamados grandes partidos y los pequeños tienen una excusa cuota de pantalla. No creo que los debates hayan beneficiado a ninguno, puesto que sólo hicieron que los partidarios de uno u otro se reafirmaran en su decisión y los indecisos directamente no van a votar. Y ese es el problema. La abstención será extremadamente alta. La culpa es tanto de los políticos como de la sociedad en su conjunto, que le echa toda la culpa a la política de las cosas que suceden como sí la Democracia y sus dirigentes fueran perfectos. Y se equivocan. La Democracia no es perfecta. Es el sistema menos malo que hay. Y antes que una dictadura o una anarquía, es preferible la imperfección del sistema que afortunadamente nos ha tocado vivir. Y ya lo dice la frase del historiador británico Arnold Joseph Toynbee: "El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan".
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