Cuentan que una vez, se reunieron en medio de un campo todos los sentimientos y cualidades del hombre. Cuando el aburrimiento había bostezado por enésima vez, la locura les propuso jugar al escondite.
La intriga levantó la ceja y la curiosidad, sin poder mantenerse
preguntó ¿al escondite? el entusiasmo danzó, seguido de la euforia, la
alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda y a la
apatía, que nunca se interesaban por nada. La primera que se la llevaba era la locura que comenzó a contar. A partir de ahí todos buscaron donde esconderse: la
pereza, se escondió en el primer sitio que encontró, la
fe subió al cielo y la envidia se escondió detrás de la sombra del
triunfo, que por propio esfuerzo había conseguido llegar a la copa más
alta del árbol.
La generosidad casi no logra esconderse, porque cada lugar que
encontraba le parecía bueno, para alguno de sus amigos, si era un lago
cristalino, ideal para la belleza, si era la copa del árbol perfecta
para la timidez, si era una ráfaga de viento, magnífica para la
libertad.
Así que terminó escondiéndose en un rayo de sol, el egoísmo, por otro lado, encontró un
lugar bueno desde el principio, ventilado cómodo pero sólo para él, la
mentira se escondió detrás del arco iris y la pasión y el deseo en el
centro de los volcanes.
Cuando la locura terminaba de contar el Amor todavía no había
encontrado un lugar para esconderse, pues todos estaban ya ocupados, hasta
que encontró un rosal y cariñosamente decidió esconderse entre sus
flores. Una vez concluida la cuenta, la locura comenzó la búsqueda. La primera en aparecer
fue la pereza apenas a tres pasos de una piedra.
Sintió vibrar a la pasión y al deseo en los volcanes, en un descuido
encontró a la envidia y claro pudo deducir donde estaba el triunfo, al
egoísmo no tuvo que buscarlo. el solo salió disparado de su escondite
que era en verdad un nido de avispas. De tanto caminar la locura sintió
sed y al aproximarse a un lago descubrió a la belleza.
La duda fue más fácil de encontrar, ya que estaba sentada sobre un cerro sin
decidir dónde esconderse y así iba encontrándolos a todos, al talento
entre la hierba fresca, a la angustia en una cueva oscura, pero el Amor
no aparecía por ningún lugar. La locura lo busco detrás de cada árbol,
debajo de cada roca del planeta y encima de las montañas.
Cuando estaba a punto de darse por vencida, encontró un rosal y
comenzó a mover sus ramas con energía, entonces escuchó un grito
doloroso. Era el amor al que había herido en los ojos con las espinas del rosal. La
locura no sabía que hacer para disculparse, lloró, rezó, imploró, pidió
perdón y prometió ser su guía para siempre. Es por eso que desde
entonces el amor es ciego y la locura siempre lo acompaña.
Historia muy popular, que intenta ejemplificar mediante la personalización de los diferentes sentimientos las cualidades propias del hombre y el motivo por el que el Amor es considerado como una fuerza ciega, dejándose guiar por la locura en lugar de la razón.
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