Una pequeña polémica ha tenido lugar en las paginas del Diario de Avisos (decano de la prensa en Canarias, nacido en la isla de la Palma) entre don Juan Hernández y Bravo de Laguna y don Juan Manuel García Ramos en torno al empecinamiento casi enfermizo del último por hacer esa cosa llamada "Museo del genocidio guanche" porque como todo el mundo sabe los datos que aporta García Ramos son "irrefutables" puesto que se basan en investigaciones recientes con datos que vete a saber de donde los sacaron, haciendo (¿Cómo no?) una loa a ese "prohombre de la canariedad" que fue Secundino Delgado (sin el "don") que al igual que todo nacionalista considera traidores a todos los que no piensan como él por muy nacidos en su tierra que sean. Ya que estamos ¿Por qué no pide una calle para cierto individuo de apellido Cubillo como hizo cierto ex-Concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife?
Antinacionalistas canarios nos llama García Ramos; un antinacionalismo que actúa de forma tan inmisericorde que resulta que su partido (el Partido Nacionalista Canario) coaligado con ATI tiene tan poco apoyo. Porque si algo nos preocupa a los antinacionalistas de toda índole (especialmente canario) desde hace siglos es acabar con una cosa que se ha demostrado no tiene apoyo popular ¿Coalición Canaria nacionalista? No me hagan reir.
Ni José de Viera y Clavijo (un hombre tan letrado como García Ramos sabrá) se hubiera atrevido tan siquiera a insinuar algo tan estúpido como la existencia de un genocidio guanche. No podemos hablar de población netamente indigena o aborigen a partir determinada época porque (¡Qué sorpresa!) unos se casaron con otros, sin contar los que perecieron no a manos castellanas, sino a manos guanches porque si algo hay que reconocer es que las rencillas entre la población local era tan evidente que el colaboracionismo entre guanches y castellanos es muy reconocido por el bando de Paz donde se agrupaban los menceyatos del sur como Abona o Güimar y uno muy reconocido: el de Anaga.
Con todo lo que ha propiciado el nacionalismo durante estos últimos 100 años (a menor o mayor escala), debería caersele la cara de vergüenza a aquellos que se autodenominan nacionalistas al igual que los que se llaman a si mismos antifranquistas hoy (aunque no hubieran nacido antes de 1975) o consideran compatible ser comunista y demócrata (¡¿?!). Todos ellos se alguna forma buscan tergiversar la historia, creando una especie de relato al que podríamos llamar posverdad para intentar generar un clima de opinión pública en base a una mentira. Y la historia (nos duela más o menos) no se puede cambiar.
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