Se cuenta que en Nueva Jersey en los Estados Unidos existía (o existe) un ser descrito con la cara de un caballo, cabeza de un perro, alas de
murciélago, cuernos sobre la cabeza, brazos pequeños terminados en manos
con garras, pezuñas y una cola bifurcada. La forma de los que supuestamente avistaron tal criatura era tan horrenda que era descrito como un diablo (puede que por las creencias arraigadas en la zona) por lo que fue conocido como el diablo de Jersey.
Hay múltiples leyendas que hablan de su origen, pero la más aceptadas por los ciudadanos de Nueva Jersey es la siguiente:
"Se dice que Madre Leeds tuvo 13 hijos, y después de dar a luz a su hijo numero 12, declaró que si tuviera otro, sería el Diablo. En 1735, Madre Leeds entró en trabajo de parto en una noche tormentosa. Reunidos en torno a ella estaban sus amigos. Madre Leeds era supuestamente una bruja y el padre del niño era el mismo Diablo. El niño nació normal, pero luego cambió de forma. Pasó de un bebé normal a una criatura con pezuñas, cabeza de caballo, alas de murciélago y un cola bifurcada. Gruñó y gritó, y luego mató a la partera antes de volar por la chimenea. Recorrió las aldeas y después se dirigió hacia los pinos. En 1740 un clero exorcizó al demonio por 100 años y no fue visto de nuevo hasta 1890"
Dicha Madre Leeds ha sido identificada como Deborah Leeds y, de hecho, el marido de ésta, nombra a doce hijos en el testamento, lo cual parece concordar con la leyenda. La historia, por otro lado, se desarrollo fuertemente en la sección de Point Leeds, actual Atlantic County, donde al parecer se desarrolló fuertemente dicha historia.
Entre los supuestamentos avistamientos hay de todo tipo. Desde el de José Bonaparte, hermano de Napoleón (el cual fue Rey de España durante un corto periodo de tiempo), hasta los famosos avistamientos de 1909, los cuales generaron el clásico comportamiento de histeria colectiva, con infinidad de artículos periodísticos que hablaban no sólo de visionados, sino de ataques del monstruo.
En cuanto al origen de la historia, cabe no detenerse mucho (contada oralmente de padres a hijos) y tampoco en los avistamientos, pues pueden ser errores de percepción o en el menor de los casos bromas pesadas, pero lo cierto es que el diablo de Jersey, real o no, se ha convertido en toda una institución en la zona.
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