Sí no hubiera existido Michael Jordan (una suposición muy gorda), nadie hubiera dudado en quien habría sido el maestro del baloncesto. Era todo un mago del baloncesto y de ahí su apodo. Si señores: les estoy hablando del mítico Earvin "Magic" Johnson.
Cualquiera no hubiera dicho que acabaría jugando de base y es que sus 2,06 de estatura eran como mínimo para ocupar un puesto de alero y, sin embargo "Magic" deslumbro no sólo en una NBA que ya empezaba a ser algo más o menos alcanzable por los europeos (los primeros jugadores continentales comienzan a venir durante los años 80) y que veían en jugar con o contra deportistas del calibre de Johnson.
Su manejo de pies, su capacidad para llevar el balón desde la defensa al ataque y sus múltiples canastas lo hicieron convertirse en todo un ídolo del juego de la canasta. Su conexión con Abdul-Jabbar en los Angeles Lakers y sus duelos históricos con el gran Larry Bird que abarcarían todos los 80, haría de la NBA la mejor liga del mundo.
"Magic" y Bird: duelo épico |
Sin embargo, su carrera se vio lastrada a partir de los 90 gracias especialmente a su confesión de que era portador del VIH. Sin embargo, Johnson todavía tenía mucha magia que dar. En 1992, conseguiría la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos, formando parte del equipo estadounidense, que fue conocido como Dream Team.
Todo un grande que, tras 20 años de su definitiva retirada, hizo que personas de todo el mundo se aficionaran al juego de la canasta. El jugador que hacía magia con sus manos.
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