Lo ocurrido ayer donde hubo detenciones por casos de corrupción, esencialmente en Madrid, demuestra hasta que punto algunos se han aprovechado de un sistema al que unos cuantos corrompieron para obtener beneficios infames. Sin embargo, una cosa es denunciar las actuaciones ilicitar de unos miserables y otra es criticar al sistema como tal.
El estado de animo en el que ha caído la población española ha hecho que proliferen determinadas actitudes radicales, que algunos han aprovechado para obtener protagonismo. Ya no es que le hagan la campaña dos televisiones dudosamente democráticas (especialmente una, cuyo logo es un seis), sino que la gente piensa que hay que acabar no sólo con los políticos, sino con un sistema democrático que supuestamente desoye sus lamentos.
El problema no radica en el sistema, sino en aquellos que han aprovechado el sistema para su enriquecimiento. Y en esto (ya lo he dicho muchas veces) no vale echar los trastos a la cabeza del vecino, puesto que partidos de todas las ideologías, los llamados sindicatos y patronal se han aprovechado de ello. Y para colmo, los que tenían que poner coto a los asuntos de las cajas, no hicieron nada ¿Dónde estaba un tal Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Gobernador del Banco de España durante todas esas tropelías?
Lo que los españoles debemos hacer es no intentar "solucionar" un problema cometiendo un error aún mayor como el de votar a partidos antidemócraticos. El estado de animo de los españoles esta por los suelos, pero sí votamos a determinados elementos nocivos, no tendremos fúturo como país.
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